lunes, 6 de enero de 2014

Marisa Caballero: Los Reyes Magos

Catedral de Colonia

Hace unos años, en un largo viaje que me llevó hasta Helsinki, visité la ciudad de Colonia, quedando impresionada por el tamaño y belleza de la catedral, es la mayor de Alemania y la segunda catedral gótica por dimensiones del mundo (la más grande es la de Sevilla), al menos eso dice la Wikipedia, pero no voy a comentar sus bellezas, que son muchas, o historias sobre ella, que también lo son, desde extraños descubrimientos en sus muros que pone al descubierto los secretos de una logia judeo-masónica durante la 2ª Guerra Mundial, hasta una novela histórico-policíaca en torno a su construcción. Lo que llamó mucho mi atención en la visita fue el sepulcro de los Reyes Magos, colocado encima y detrás del altar mayor:


Sepulcro de los Reyes Magos

Aunque conozco, como todos vosotros, el boom de las reliquias, y lo que se ha comerciado con ellas, para una española que ha crecido con los Reyes Magos y le han traído magia en su niñez, no puede evitar preguntarse cómo y cuando llegaron sus restos a Alemania, ¿qué leyenda existe?, ¿cómo se relata?.

Esta vez las piedras permanecen en silencio, es un sepulcro, me asustaría mucho que los muertos me hablaran, por lo que decido investigar.

En el año 300 de nuestra era, la emperatriz Elena, madre del emperador Constantino, se dedicó a rescatar reliquias religiosas. Según los archivos, fue en Saba donde consiguió reunir de nuevo a Melchor, Gaspar y Baltasar y ordenó su traslado a Constantinopla, donde permanecieron durante tres siglos en una capilla ortodoxa., aunque no se sabe ni como los localizó, ni en base a qué dictaminó que eran los restos de los Reyes.

En tiempos de la Segunda Cruzada, el obispo de Milán, San Eustorgio, religioso noble de origen helénico, visitó Constantinopla para que el emperador le permitiera aceptar su reciente nombramiento. El emperador no solo dio su consentimiento, sino que, le hizo además, un regalo inolvidable: las veneradas reliquias.

Para trasladarlas adquirió dos robustos bueyes y un carro, hizo cargar sobre éste el sarcófago de granito y emprendió un viaje que acabó envuelto en leyendas. Una de ellas relataba que la misma estrella que mostró el camino de Belén, resplandecía en la ruta de San Eustorgio. Otra cuenta que, al cruzar los Balcanes, un lobo hambriento atacó y desgarró a uno de los bueyes. San Eustorgio, que para eso era santo, dominó a la fiera y la unció al yugo vacante, de forma que, a fuerza de látigo, el lobo salvaje se transformó en lobo de tiro y San Eustorgio llegó a Milán en un carro tirado por un buey exhausto y un lobo manso, cargado con las reliquias.

Después fueron trasladadas a Milán, pero fue Federico Barbarroja quien, en sus guerras de conquista, saqueó el norte de Italia y la ciudad de Milán, y se llevó las reliquias a Colonia en un accidentado viaje. Es un hecho histórico y fue considerado como un gran honor. Además de una inversión muy rentable.

Los Evangelios solo hablan de “magos”, en ninguna parte se indican sus nombres, ni que fuesen reyes, ni que fueran tres (número que posiblemente se deba a la cantidad de obsequios ofrecidos). Estas creencias fueron agregadas varios siglos después y se han mantenido en la tradición popular.

La figura católica de los Reyes Magos tiene su origen en los relatos del nacimiento de Jesús, algunos, fueron integrados de los evangelios canónicos que hoy conforman el Nuevo testamento de la Biblia. Concretamente el Evangelio de Mateo es la única fuente bíblica que menciona a unos magos (aunque no especifica los nombres, el número ni el título de reyes) quienes, tras seguir una supuesta estrella, buscan al «rey de los judíos que ha nacido» en Jerusalén, guiándoles dicha estrella hasta Jesús nacido en Belén, y a quien ofrecen oro, incienso y mirra.

He localizado un libro maravilloso de Juan de Hildesheim, monje carmelita del siglo XIV, a quién se le debe la versión más conocida y difundida de la historia de los Reyes Magos en su peregrinaje a Tierra Santa, se ocupó de juntar todos los documentos, leyendas e historias sobre ellos dando vida a una narración excepcional.

Nos habla del monte Vaus, sobre este monte los habitantes de la India, para defenderse primero de los hijos de Israel, salidos de Egipto y que habían sometido Palestina y las regiones circundantes y luego de los romanos, construyeron puestos de observación.

Balaan profetizó la aparición de la estrella de Jacob, todos los jefes y pueblos de la India y Oriente, desearon ardientemente que la profecía se cumpliese, mandando regalos a los vigilantes del monte para que lo anunciaran inmediatamente. Caldeos y Persas, no dudaban de los vaticinios hebreos y escogieron a doce sabios entre las personas más expertas de astrología, asignándoles grandes sueldos, para que escrutaran la aparición de dicha estrella.

Cuando Dios decidió enviar a su hijo al mundo, desde el monte Vaus se vio elevarse una nueva estrella que brillaba como el sol e iluminaba el mundo entero, todo lo que continua lo conocemos.

Detalla que Melchor vino de Nubia, que también poseía Arabia, donde está el monte Sinaí y el mar Rojo, a través del cual es fácil navegar desde Siria y Egipto hacía la India, tierra que una vez perteneció al preste Juan, personaje popular en la Europa de los siglos XII al XVII, que supuestamente descendía de los tres Reyes Magos, y era un mandatario generoso y un hombre virtuoso, que regía un territorio lleno de riquezas y extraños tesoros, donde se encontraba el Patriarcado de Santo Tomás, de donde procede el oro ofrecido al hijo de Dios.

El reino de Baltasar era el de Godolia y el de Saba, donde crecen aromas nobles como el incienso.

Gaspar procede del reino de Tharsis, también la isla Egriseula, donde reposa el cuerpos del bienaventurado Tomas, allí crece más que en ningún otro lugar la mirra, sobre plantas que asemejan espigas tostadas.

Aconsejo la lectura de éste libro.





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