domingo, 27 de abril de 2014

Ramón L. Fernández y Suárez: Escenarios Madrileños I


Teatros del Canal
Sala Roja
Sábado 26 de abril
 12: 00 horas

Antes de comenzar esta reseña, hago una confesión: escribo desde el entusiasmo. Hago estas líneas impregnado por la “exaltación y excitación del ánimo” que parecían compartir todos los asistentes a la representación del ballet EL CORSARIO llevada a cabo esta mañana por el English National Ballet, bajo la irreprochable dirección artística de Tamara Rojo. Es posible que durante algunas décadas los aficionados madrileños no hayan tenido oportunidad de deleitarse con espectáculo de semejante nivel técnico y artístico.

Loa puesta en escena de esta señera  obra  del repertorio romántico viene avalada por una muy cuidadosa elaboración de los detalles, infrecuente en estos tiempos. No obstante, han sido la primeras figuras de la danza, intérpretes de los roles principales quienes, con afinadísima técnica y sentido artístico realmente excepcional, han llevado a la representación y al público a inolvidables momentos de estético gozar.

Otro hecho destacable de estas cinco representaciones en cuatro jornadas, donde se  colocó el cartel de “agotadas las localidades” antes de su inicio, ha sido nada menos que el aspecto del acompañamiento musical. En esta plaza, salvo en las representaciones programadas por el Teatro Real, lo usual es ofrecer música grabada. Todos sabemos que motivos no faltan para ello. Pero asimismo no ignoramos la importancia capital  que tiene escuchar, ejecutadas en directo, las melodías que entre otros idearon, autores como Adams, Pugni, Delibes y Minkus para dar soporte a una historia original de Lord Byron, adaptada con posterioridad para la escena. El argumento, a todas luces artificial y farragoso, ofrece no obstante una magnífica oportunidad para desplegar imaginación en lo referente a vestuario y decorados. Capítulos estos cubiertos con inusual esplendidez en este caso.

Para terminar, párrafo aparte para la dirección artística de nuestra Tamara Rojo. Solo su nombre hemos querido destacar en estas líneas. Se impone mencionar el lujo que supone su presencia actual en el panorama internacional del arte de Terpsícore. Se impone también agradecerle su mediación para  llevar a buen puerto el regalo que nos hacen.

Gracias a todos.




© Ramón L. Fernández y Suárez

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