viernes, 28 de febrero de 2014

Sergio del Río Fernández: A Manuel



Ceniza desaparecida

que se manifiesta en presente,

y se incrusta en mi mente

por los resquicios del recuerdo,

y que causan dolor.

Noches sin negro.

Días sin día.

Dolor sin grito.

Recuerdos sin fin.







Licencia Creative Commons
A Manuel por Sergio del Río Fernández se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.

jueves, 27 de febrero de 2014

Malena Teigeiro: Viaje a Grecia






Viaje a Grecia.




       -Buenos días.- Saluda la señorita a la pulcra anciana de pelo corto, teñido de blanco azulado que entra en la agencia de viajes.
       -Buenos días. Mi nombre es Matiltha, contesta la señora sentándose delante de ella en un sillón de skay negro. Coloca el bolso sobre las rodillas y espera sonriente.
       -¿La puedo ayudar?, pregunta la joven.
       -Creo que sí. Quisiera ir a Grecia.
       -¿Cómo?
       -En avión, claro.
       -Ya. Pero quiere un viaje organizado o uno pensado para usted.
       -Pues, no lo sé -la dependienta la mira sorprendida- le explico. Recogiendo papeles antiguos me encontré con unas cartas firmadas por Matiltha. Las cartas están dirigidas a mi abuela, que también se llamaba Matiltha, y resulta que por lo que he podido deducir, la otra Matiltha, la de las cartas, es prima mía y quisiera conocerla.
       -Que nombre tan curioso utilizan todas las mujeres en su familia.
       -No crea, mi madre se llamaba Judith.- Sonríe la anciana.
       -Bien. Volvamos a lo nuestro. ¿En qué parte de Grecia vive su prima?
       -No lo sé.
       -Entonces, ¿a dónde quiere ir? -La joven se arrellana nerviosa en el asiento.
       -A Grecia. Ya se lo he dicho antes.
       -Pero, a qué ciudad.
       -¡Oh!, perdone, a la que vive mi prima Matiltha. Que es judía como yo, sabe.
       -¡Ah!, pero me tiene que decir el nombre.
       -Ya se lo he dicho, Matiltha, como mi abuela y como yo.
       -Me refiero al nombre de la ciudad en donde vive.
       -Yo pensé que sabrían a qué ciudad viajaron en su huida los judíos de Alemania.
       -Señora, esto es Wisconsin.
       -Eso no tiene nada que ver. Ustedes habrán preparado muchos viajes a Grecia.
       -Sí, pero a Atenas, para ver la ruinas. Y no crea usted, que aquí la gente prefiere ir a Granada, en España, como los Clinton.
       -¿Los Republicanos también van a Granada?
       -No, esos suelen ir a Miami.
       -Ya, pero es que mi prima vive en Grecia.
    -A ver, señora, vamos a puntualizar. ¿Vive en la ciudad?, ¿en el campo?, ¿o en alguna isla? -La joven con los codos encima del tablero se inclina hacia delante ansiosa.
       -¡Ah!, es que yo no sabía que Grecia tuviera tantas cosas. La verdad es que no podría decirle.
       -Y si leyera las cartas otra vez, ¿no cree que podría enterarse de dónde vive su prima?
       -De verdad, créame, es que de ellas no deduzco nada.
       -¿Ha mirado usted el matasellos de los sobres?
      -Buena idea -la dependienta suspira tranquila- pero es que las cartas están atadas con una cinta de seda y no tienen sobre. Mi abuela lo tiraba todo. Decía: Hay que estar preparado por si nos toca salir corriendo. La pobre, recordaba su huida de Alemania.
       -Quizá si supiéramos a lo que se dedica su prima. ¿No dice algo sobre ello en las cartas? Cuando escribimos nos suele gustar contar cosas sobre nuestro trabajo.
       -Debe de poner algo; es más, seguro que lo pone, pero es que las cartas están escritas en griego y yo no sé ese idioma.
       -¿Y cómo sabe que es griego?
       -Porque mi abuela, que  se llamaba Matiltha, aunque creo que eso ya se lo dije, era muy previsora y para que no se le olvidaran las cosas, colocaba las que tenían que estar juntas, juntas, y con las cartas está la tarjeta del traductor de Griego.
       -¿Y las copias?
       -Se ve que también las tiraba.
       -Y por qué no llama usted al traductor.
       -Es que a todos nos llega el día- inclina la cabeza con respeto-, y a él ya le llegó.
       -Vamos a ver, y si no puede leer las cartas, entonces, ¿cómo sabe que es su prima?
       -Tiene que serlo. ¿Conoce usted  a muchas familias que pongan ese nombre a sus hijas? Yo no sé de ninguna.
       La dependienta suspira y se levanta. Toma un folleto de la estantería y se lo entrega.
       -Mire con detenimiento este librito. Aquí hay un viaje bastante completo.
       -¿Cuál?
       -El de la página 11.
       -Que bien, además veo que el tour sale en septiembre, así ya no hará tanto calor, porque a las personas de mi edad, sabe, no nos sienta nada bien el calor.
       La joven sigue sonriendo circunspecta mientras Matiltha ojea el folleto.
       -Sí que es completo. Seguro que si pregunto por ella en todos estos lugares, la encuentro.  Oiga, ¿y no podría usted preguntar a sus corresponsales si conocen a mi prima Matiltha? Así podría ir directamente a su casa y tendría más tiempo para pasar con ella. -La anciana con las manos cruzadas sobre el asa del bolso y la dulzura en el rostro, añade: -Además, señorita, si es hija de quien yo creo, me da un poco de miedo que se haya muerto, porque tiene que ser mucho mayor que yo.- La joven con las manos agarradas al borde de la mesa, la contempla estupefacta. Matiltha se levanta del sillón. -¿Le parece que espere a ver qué me averigua?- La joven le dice que sí moviendo la cabeza.- ¡Oh!, gracias, señorita. Es usted muy amable. Y no crea, que hoy día ya no es tan corriente.





miércoles, 26 de febrero de 2014

¡Muchas gracias! Biblioteca Municipal Retiro


Biblioteca Municipal Retiro


¡Muchas gracias! a todos por vuestra presencia.





¡Casi... casi habláis en cubano! 






¡Muchas gracias! por abrirnos las puertas de este espacio literario.






Sherezade bailaba de gozo.





¡Muchas gracias! por estos momentos que animan a seguir escribiendo.







Amenazamos con Volver

Juan Clemente Zenea: A una golondrina


Juan Clemente Zenea
(Bayamo, Cuba, 1832 - Cuba, 1871)











Mensajera peregrina
que al pie de mi bartolina
revolando alegre estás,
¿de do vienes, golondrina?
Golondrina ¿a dónde vas?

Has venido a esta región
en pos de flores y espumas,
y yo clamo en mi prisión
por las nieves y las brumas
del cielo del Septembrión.

¡Bien quisiera contemplar
lo que tú dejar quisiste;
quisiera hallarme en el mar,
ver de nuevo el Norte triste,
ser golondrina y volar!

Quisiera a mi hogar volver,
y allí, según mi costumbre,
sin desdichas que temer,
verme al amor de la lumbre
con mi niña y mi mujer.

Si el dulce bien que perdí
contigo manda un mensaje,
cuando tornes por aquí,
golondrina, sigue el viaje,
y no te acuerdes de mí.

Que si buscas, peregrina,
do su frente un sauce inclina,
sobre el polvo del que fue,
golondrina, golondrina,
no lo habrá donde yo esté.

No busques volando inquieta,
mi tumba oscura y secreta.
Golondrina ¿no lo ves?
En la tumba del poeta
no hay un sauce ni un ciprés.




lunes, 24 de febrero de 2014

Brújulas y Espirales: Gregorio Casamayor

Blog  literario Brújulas y Espirales

sábado, 28 de mayo de 2011


EL PUZZLE VITAL DE ETHEL JURADO

La vida y las muertes de Ethel Jurado
Gregorio Casamayor
Acantilado, Barcelona 2011, 3002 páginas.

No solo se han apoderado de su cuerpo, también han colonizado su mente. Lo presentíamos desde el principio, cuando nos enfrentamos con ese fractal número 1, el del hermano, Enrique Jurado. Mas solamente al final, cuando sale a la escena la amiga y confidente, percibimos el porqué y quedamos sobrecogidos por el dolor, la humillación, el miedo, la angustia, la rabia y la absoluta impotencia de Ethel Jurado. El inconfesable martirio, la muerte en vida de una víctima de la más abyecta violencia doméstica que hizo de su vida un infierno. Jamás podremos evadir nuestro pasado, las heridas mal curadas nunca dejan de supurar y casi siempre terminan siendo el germen de espantosas tragedias personales y familiares. Tal es el caso de Ethel Jurado y el de su familia, culpables por acción u omisión y que Gregorio Casamayor nos hace presente en una de las novelas más sobrecogedoras, demoledoras e impactantes leídas por mí en los últimos meses. Porque el novelista narra un drama real y mucho más frecuente de lo que se suele creer, y proyecta así mismo sobre el lector la urgencia de averiguar cómo es exactamente Ethel Jurado, la razón de su comportamiento errático, de su huida del mundo y cómo alguien de tu propio entorno familiar te puede marcar de tal modo que sólo te sientes a salvo cuando no los ves ni los oyes.
Gregorio Casamayor es un escritor tardío. Un libro de relatos y la novela La sopa de Dios, galardonada en la Semana Negra de Gijón el pasado año, es su bagaje. Al que se añade ahora La vida y las muertes de Ethel Jurado, su tercera propuesta. Con ella, me atrevo a decir, honra a ese tipo de Literatura que es necesario escribir con mayúsculas, porque, frente a la abominación de cierta literatura actual en la que, como diría Deleuze, todo el mundo cree que para escribir una novela basta con tener un padre abusivo – tal es el caso del presente relato -, es capaz de comprender que la verdadera acción narrativa tiene que ver con fuerzas salvajes y universales a las que implica empujando al lenguaje hasta sus últimos límites.
La vida y las muertes de Ethel Jurado está protagonizada por una mujer joven que desaparece un día del hogar familiar. Sin embargo, serán otros, un hermano, un amigo, su ex – novio y una amiga confidente, los que se encargarán de reconstruir el puzzle vital y el drama de la protagonista. La técnica del narrador es la del fractal. Cuatro cortes efectuados en la vida de los cuatro personajes que nos permiten analizar sus propias existencias y, a través de lo que dicen, poco a poco irá comprendiendo el lector la tragedia que Ethel no es capaz de desvelar, pero que la convierte en una víctima que se siente sucia y culpable, condición de la que solamente podrá desprenderse a través de la huida. Conocemos, pues, la vida de Ethel Jurado gracias a la sutura de miradas ajenas, que también traslucen sus propios dramas personales.
Gregorio Casamayor
La mirada del hermano, un personaje que intenta engañarse a si mismo, radiografía poco a poco las miserias de la familia, la condición de verdugo del progenitor, la complicidad con un silencio obsceno, del que es responsable sobre todo la madre. Por el sabemos que cuando la protagonista da el gran portazo, se abre un paréntesis en sus vidas que no saben cerrar, y la familia se convierte en territorio hostil. A través del amigo, Gerard Pruma, nos enteramos de los comportamientos erráticos, del desdoble de Ethel (una Ethel estupenda y alegre y otra taciturna), de sus crisis frecuentes, diagnosticadas como trastorno bipolar, de las amenazas por parte del padre de incapacitarla y, sobre todo, de que en la familia Jurado había alguna cosa que olía a podrido y de que la hija Ethel era el vertedero. Marcos Recaj es el novio y, a través de su testimonio, el lector comienza a intuir el porqué del drama de Ethel. Sus palabras ahorran comentarios: “Dormimos juntos esas siete noches sin que llegáramos a hacer el amor; había barreras físicas y psicológicas que yo no podía superar sin generar en Ethel una angustia enfermiza. Cuando intenté hablar del asunto con ella, para dejarle bien claro que no me importaba, que podía esperar hasta que ella se sintiera segura, Ethel se mostró esquiva, rehuyó una y otra vez hablar de ese asunto (…) Después de un par de semanas de convivencia, Ethel y yo pudimos hacer el amor. Fue ella la que me dijo que estaba preparada, pero no era cierto, lo hizo porque creía que estaba en deuda conmigo. Ella sufría, Ethel sufría tras cada roce, por más que se mostrase animada y cariñosa se iba tensando poco a poco hasta que se quedaba paralizada” (páginas 186, 188).
Mas será finalmente la amiga y confidente, Laura Morillo, una chica con conflictos de identidad y en cuya casa también cocían habas, la que nos permitirá conocer las causas del miedo paralizante de la protagonista. Los verdugos son su padre y su hermano mayor que se turnan en asaltar subrepticiamente su cuarto. Los cómplices del martirio, la madre y el hermano menor con sus silencios culpables. Ethel se sentirá sucia por los que le obligaban a hacer. Sucia y culpable. “De todos los daños que el verdugo puede causarte, quizá ese sea el más terrible, cuando te hace sentir culpable de tu propia desgracia (…), cuando te exige que anudes la soga que ha de servir para colgarte” (pagina 248).
En la novela de Gregorio Casamayor hallamos algunos de los ecos de los temas esenciales de la literatura y de los personajes clásicos, transportados a nuestros días a través de una escritura que genera atmósferas asfixiantes, en las que los secretos, las insinuaciones, los guiños son el hilo conductor de la acción narrativa y el instrumento eficaz para mantener el suspense. Un buen ejemplo, por otro lado, de los que se ha llamado literatura fractal. Relato deudor, así mismo, de las técnicas de la novela negra, sin pertenecer como tal al género, porque aquí no actúa ningún detective, pero si que hay delitos, una víctima y delincuentes por acción u omisión.

Los asaltos

“Imagínate que estás quieta en un lugar, me dijo Ethel, y que de repente levantas la vista y ves cómo un objeto duro, afilado, va a caer sobre ti, pero tú no puedes moverte y, sin embargo, sabes que estás en la trayectoria de ese objeto y que te va a golpear, y por más que lo intentas, no puedes zafarte, parece que estés parada ahí para recibir ese golpe. ¿Te imaginas cómo se te aceleraría el pulso y el latido del corazón?, ¿puedes sentir el sudor frío, la angustia, el pánico ante la inevitabilidad del impacto? Pues así me he sentido yo cada noche durante trece años, y la angustia se intensifica con la espera, así que una acaba pensando: es preferible hoy que mañana; mejor cuando me acuesto que en plena madrugada; lo que tenga que ocurrir, que pase cuanto antes”
( Gregorio Casamayor, La vida y las muertes de Ethel Jurado, página 292)

domingo, 23 de febrero de 2014

Charlas-Coloquio en Madrid


Martes, 25 de febrero de 2014 a las 19:00 h.

Biblioteca Pública Retiro

Calle Doctor Esquerdo, nº 189 - 28007 Madrid







... tiene Marieta Alonso un tono entre burlón y lírico que une lo pragmático a lo sentimental. En estos veintiséis cuentos logra emocionar y estremecer al lector... En Deslices juega con el idioma (español) y sus diferentes versiones según se escuche a un lado u otro del Atlántico. En Inocencia (no hay que dejarse engañar por el título) nos cuenta historias infantiles que no tienen nada de infantil. Entelequias es quizás (a mi parecer) donde se reúnen los cuentos más entrañables. Locuras de amor nos muestra a unas personajes que utilizan la picaresca para sobrevivir, y por último, en los cuentos que engloba Barbaries emplea la sutileza con maestría para describir acciones terribles.
Carmen Dorado Vedia






Sus cuentos hablan de ensueños, anhelos, alegrías, dolor, miedo, placer. Por un instante nos hace sentir que estamos paseando por zocos, ciudades, desiertos, y soñamos con ruinas, palacios, harenes... Esa gama de sensaciones que Oriente nos proporciona.
Hay quien ha dicho que la maldad y la bondad se encuentran en el ser humano entretejidas, como dos ruedas dentadas que transmiten un movimiento circular. Y estos cuentos de Carmen Dorado nos llevan de la mano por este engranaje que es la vida.
Es como si sus cuentos estuvieran escritos sobre turbantes y según sea la trama así cambian de color. Algunos a pesar de su violencia tienen ese toque de ternura que es propio de la autora. 
Marieta Alonso Más










¿Nos acompañan?

viernes, 21 de febrero de 2014

Federico García Lorca: Si mis manos pudieran deshojar




Federico García Lorca
 (Fuente Vaqueros, Granada 1898 - Víznar, Granada, 1936)









Yo pronuncio tu nombre 
en las noches oscuras,
cuando vienen los astros
a beber en la luna
y duermen los ramajes
de las frondas ocultas.
Y yo me siento hueco
de pasión y de música.
Loco reloj que canta
muertas horas antiguas.

Yo pronuncio tu nombre,
en esta noche oscura,
y tu nombre me suena
más lejano que nunca.
Más lejano que todas las estrellas
y más doliente que la mansa lluvia.

¿Te querré como entonces
alguna vez? ¿Qué culpa
tiene mi corazón?
Si la niebla se esfuma,
¿qué otra pasión me espera?
¿Será tranquila y pura?
¡¡Si mis dedos pudieran
deshojar a la luna!!

martes, 18 de febrero de 2014

El Vaticano

Atardecer en Roma
Foto: Ángeles Alonso

Hoy visitaremos un territorio enclavado dentro de la ciudad de Roma.

Basílica de San Pedro - Foto: Ángeles Alonso
Surge tras los Pactos de Letrán el 11 de febrero de 1929. Los pactos fueron revisados y modificados en 1984. Su territorio y sus bienes se encuentran amparados en caso de conflicto armado por la Convención de La Haya del 14 de mayo de 1954. En virtud de las normas de este Tratado también gozan de la condición de extraterritorialidad las basílicas de San Pablo Extramuros (San Paolo Fuori le Mura), Santa María la Mayor, San Juan de Letrán, los edificios de la Cancillería situada en el Corso Rinascimento, el de Propaganda Fide, en la plaza de España. El Castillo de San Ángel (Castel Sant’Angelo) y otros edificios menos importantes.
Plaza de San Pedro - Columnata de Bernini
Foto: Ángeles Alonso

El Estado Vaticano tiene una extensión de 0,439 kilómetros cuadrados y una población de unos novecientos habitantes, entre ciudadanos y residentes. Un tercio de este Estado en forma de trapecio está ocupado por edificios destinados a distintos fines. Otro tercio de la ciudad papal lo cubren patios y plazas y el tercio restante se dedica a parques y jardines. Solo la basílica y la plaza de San Pedro ocupan un veinte por ciento del territorio que está delimitado por las murallas mandadas a edificar por el papa León IV (847-855) en el siglo IX.

El sumo pontífice es el Jefe de Estado por lo que puede considerarse la única teocracia de Europa. Representa en su persona los tres poderes: ejecutivo, legislativo y judicial. Es el país más pequeño del mundo y el único que tiene por lengua oficial el latín. No existe la propiedad privada y tiene moneda propia e imprime sus sellos de correo. Su bandera es amarilla y blanca con las llaves de San Pedro cruzadas y la tiara. Cuenta con el periódico L’Osservatore Romano, cuyo primer número salió el 1 de julio de 1861, y con Radio Vaticana que transmite diariamente en 34 idiomas, además de la villa de Castelgandolfo, residencia veraniega de los Sumos Pontífices.
Guardia suiza - Foto: Ángeles Alonso

La Guardia Suiza custodia la residencia pontificia. Fundada en 1506 cuenta con menos de cien hombres: cuatro oficiales, veintitrés mandos intermedios, setenta alabarderos, dos tamborileros y un capellán. El actual uniforme fue diseñado por el Comandante de la Guardia Jules Répond (1910-1921) a partir del modelo que según la tradición, fue diseñado por Miguel Ángel en 1505. Se trata de jóvenes suizos que ofrecen durante breves período de tiempo su servicio a la Ciudad del Vaticano. 
   
La entrada principal se realiza por el Arco de las Campanas en la plaza de San Pedro frente al mayor templo de la cristiandad: la basílica de San Pedro.

La ciudad del Vaticano se ha ido formando a través de unos dieciocho siglos. En época de Calígula, Claudio y Nerón se construyó en esta zona un gran circo que tenía en su centro un obelisco traido de Heliópolis, en el 37 d.C. En la zona norte surgió un cementerio donde se enterraban a los cristianos martirizados, entre ellos, San Pedro apóstol llegado de Palestina y crucificado en el 64 d.C. Tras el Edicto de Milán en 313, el emperador Constantino el Grande, manda a construir una gran iglesia en cuyo centro se colocó la tumba de Pedro. 

En su altar mayor se coronó a Carlomagno en la Navidad del año 800. En 1305 la sede papal fue transferida a Aviñón; quedando abandonada la Basílica de San Pedro durante más de un siglo. Tuvieron que pasar unos cincuenta años tras el regreso del papado a Roma en 1377 para que el Vaticano recobrara su brillo. En 1452, durante el pontificado de Nicolás V, se iniciaron las obras del actual templo bajo los planos de Bernardo Rosellino pero, al cabo de tres años se interrumpieron los trabajos debido al avance de los turcos y la caída de Constantinopla.

A finales del siglo XV el papa Sixto IV comenzó la construcción de una gran capilla. Más tarde el papa Julio II (1506) hizo grandes obras en el Vaticano, transformando radicalmente la ciudad leonina, según planos de Bramante. Llamó a Rafael y a Miguel Ángel para que vinieran a Roma a decorar respectivamente los apartamentos del Papa y la Capilla Sixtina.

Cúpula de San Pedro - Foto: Ángeles Alonso

A la muerte de Julio II, el papa Pablo III encomendó a Miguel Ángel la gigantesca y luminosa cúpula, siendo concluida bajo la dirección de Giacomo della Porta y Domenico Fontana cuando en 1564, Miguel Ángel murió. Había llegado hasta el tambor. Tiene 136,57 metros de altura y 42,56 metros de ancho, la sostienen cuatro pilares de setenta y un metros de perímetro. La linterna tiene diecisiete metros. La fachada es obra de Carlo Maderno quién la terminó en 1612. Sobre el arquitrabe unas letras recuerdan que las obras fueron realizadas en tiempos del papa Pablo V (1605-1621) de la familia Borghese. La ventana central es el balcón de las bendiciones al que se asoma el Papa para dirigir su saludo y la bendición “urbi et orbi” (a la ciudad y al mundo). 

Se consagró la Basílica en 1626.

Baldaquino de Bernini
              Foto: Ángeles Alonso
A Bernini se le debe el relicario de “La cátedra en gloria” y el baldaquino de bronce dorado sobre el altar mayor con sus columnas salomónicas de veintinueve metros de altura. Fue encargado por el papa Urbano VIII de la familia Barberini. Al ver el conjunto se tiene la sensación de que el viento azota el baldaquino.  En el nivel inferior la tumba de San Pedro. En cima del baldaquino la cúpula.

En la estatuaria de San Pedro hay que destacar una de las más bellas obras maestras de la humanidad: “La Piedad” de Miguel Ángel, realizada en un solo bloque de mármol de Carrara. La famosa estatua de bronce de San Pedro bendiciendo, se atribuye al escultor Arnolfo di Cambio (1245-1302).
Piedad de Miguel Ángel
              Foto: Ángeles Alonso

La plaza de San Pedro, de Bernini, tiene forma elíptica con 320 metros de longitud por 240 de ancho. La columnata tiene 285 columnas de quince metros de altura, colocadas en cuatro filas. En la balaustrada hay 140 estatuas de santos de 3,20 metros realizados por los alumnos de Bernini. El pavimento de la plaza se hunde hacia el centro donde surge el obelisco con que Calígula adornó el cercano circo de Nerón y que tiene la función de meridiano. A su lado dos fuentes, la de la derecha obra de Maderno (1613) y la de la izquierda de Fontana.
La Creación de Adán. Famosa imagen de la bóveda
Foto: Wikipedia, la enciclopedia libre

La Capilla Sixtina, nombrada así por el papa que la encargó, Sixto IV, es famosa por sus frescos de la bóveda firmados por Miguel Ángel. Es de planta rectangular, con unas dimensiones de cuarenta por trece metros, iguales a las del desaparecido templo de Salomón y veinte metros de altura. La decoración de sus paredes es obra de varios artistas: Sandro Boticelli, Cosimo Roselli, Piero de Cosimo, Signorelli, Ghirlandaio, Perugino y Pinturicchio. Entre las ventanas están los retratos de los veintiocho primeros Papas. Las pinturas de la Capilla Paulina son la última obra pictórica de Miguel Ángel. Los diversos Papas fueron creando sus propias residencias engrandeciendo el conjunto palaciego. Tienen el nombre de Apartamentos o Estancias y son famosas la de Borgia, con decoración de Pinturicchio, la de Julio II decorada por Rafael. Las obras de Rafael en el Vaticano pueden considerarse de una importancia paralela a las de Miguel Ángel.

El Patio de la Piña, que debe su nombre a la figura de este fruto que centra la vasta hornacina, es obra de Miguel Ángel.


Patio de la Piña - Foto: Ángeles Alonso



El conjunto arquitectónico e histórico-artístico que conforma la Ciudad del Vaticano fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1984.
Palacio de la Gobernación
              Foto: Ángeles Alonso











No dejes de visitarla.








Fuentes:
Patrimonios de la Humanidad. Europa Mediterránea. Tomo 2. Planeta
Vaticano. Edizioni Musei Vaticani-Ats Italia Editricei

domingo, 16 de febrero de 2014

Madrid: Charlas - Coloquio

Martes, 25 de febrero de 2014 a las 19:00 horas

Biblioteca Pública Retiro

Calle Doctor Esquerdo, nº 189 - 28007 Madrid






Y así, transitando la misma senda y luciendo una excelente capacidad para convertir el vivir diario con sus pequeños o grandes acontecimientos, sus anhelos, temores y también pesadillas, hasta veintiséis relatos, preñados de borbotones de ironía; historias en cuyo centro de gravedad se encuentran existencias anónimas que viven su cotidianidad o momentos singulares entre soledades, frustraciones o pequeños consuelos. A Marieta Alonso cualquier cosa o pequeño detalle le provoca una historia que su imaginación, ataviada con las galas de un  humor, a veces suave otras, esperpéntico y cruel, transmuta en sueño y su habilidad con la lengua en hermosas y a la vez sencillas palabras que suscitan en nosotros, lectores, la sorpresa, la sonrisa, la placidez o el deseo de proseguir con la historia a partir de las bellas condensaciones de esta tejedora de sueños.


Francisco Martínez Bouzas





En once relatos y, acompañando a sus protagonistas, amalgama Carmen Dorado amaneceres y sombras tejidas con hilos de luna, que esconden en sus entrañas el miedo y la evaporación de la alegría ante el atavismo familiar que ata a un fantasma a la joven Mariam. Inverosímiles jardines que llenarían de esplendor el desierto, pero en los que a la postre el capricho humano provoca que sus venas de agua se conviertan en penas disfrazadas. O el legado milenario de las tradiciones del pueblo, destruido por la riqueza efímera y que, sin embargo, debe perdurar en los chiquillos que escuchan el cuento por boca del sabio. También la lectura que hace la autora de Sherezade: la abuela que narra historias, como Sherezade, pero no al sultán, sino a la misma muerte. Y la invitación a que cada uno de nosotros escribamos un cuento, porque todos somos ladrones de palabras, narradores de la noche y hemos de aportar nuestra historia al libro inacabado de Sherezade. 
Francisco Martínez Bouzas.








TE ESPERAMOS

sábado, 15 de febrero de 2014

Cuba: Parque Nacional Alejandro von Humboldt

Parque Nacional Alejandro von Humboldt
Ayer en el Mioceno y Pleistoceno cubano, en la época glacial, tuvieron lugar una serie de procesos evolutivos en curso que ha dado origen a que, este enclave natural sea uno de los lugares con mayor diversidad biológica de toda el área del Caribe.

Este Parque Nacional, que lleva el nombre del científico alemán que visitó la isla en 1800 y 1801, está situado en las provincias de Holguín y Guantánamo y tiene una superficie de setecientos kilómetros cuadrados.

Fue declarado Patrimonio Común de la Humanidad en 2001, en la vigésimo quinta reunión del Comité de Patrimonio Mundial de la Unesco, celebrada en Helsinki, Finlandia.

Se encuentra sobre la cordillera central de Sagua-Baracoa, uniendo dos reservas naturales ya existentes y un refugio de fauna salvaje. Va desde el nivel del mar hasta algunas de las cimas más altas del este de la isla, con mil ciento setenta y cinco metros de altitud.

Muchas de las rocas de este ambiente son tóxicas para las plantas, por lo que las especies tuvieron que adaptarse para sobrevivir en estas condiciones hostiles. Está considerado como uno de los sitios de mayor endemismo del mundo.

Entre las principales especies endémicas del parque se encuentran:
Campephilus principalis
Carpintero real

El carpintero real considerado oficialmente como en peligro de extinción. Se alimenta de larvas de escarabajos que viven en la madera aunque también de semillas, frutas y otros insectos. Se piensa que se empareja de por vida.
Psittacara euops
Catey

El catey, vocablo taíno, es un ave de la familia de los loros. Se conoce como catey o periquito y se agrupa en bandadas. Predomina en ellos el color verde intenso con un área roja bajo el doblez del ala, el iris de los ojos es amarillo. Es un ave vulnerable, abundante en el siglo XIX, hoy su población se ha reducido.

El gavilán caguarero es el gavilán más raro en Cuba, emparentado con el milano pico-garfio. También se le llama gavilán sonso por su mansedumbre ante la presencia humana. Está en peligro crítico de extinción.
Solenodon cubanus
Almiquí de Cuba

El almiquí, mamífero insectívoro de hábitos nocturnos y solitarios posee una mordida venenosa. También está en peligro de extinción.

Y muchos más como la dracena, la polímita, la jutía andaraz, la rana de un centímetro, reptiles y peces.  

El parque concentra hermosos paisajes, aguas cristalinas, bosques, cascadas, pinares.

Trichechidae
Manatí
La hermosa bahía de Taco puede recorrerse en lancha y es frecuente la presencia de manatíes o vacas marinas. Vive en aguas tanto dulces como saladas. Su único depredador es el hombre aunque se presume que, con poca frecuencia, las orcas podrían atacarle. Manatí en lengua indígena significa “con mamas”. Es uno de los mamíferos marinos más amenazados del continente, su carne y su grasa es muy apreciada por los hombres, por lo que en la actualidad están protegidos.

Un camino de unos siete kilómetros permite hacer senderismo.





Fuentes:
Patrimonio de la Humanidad. Sitios declarados en 2001. Planeta





miércoles, 12 de febrero de 2014

Marisa Caballero: A cada cerdo...



El once de noviembre se celebra San Martín. Hace años comenzaba la temporada de “las matanzas”, pocas personas que hayan vivido su niñez en un pueblo son capaces de olvidarlas, era toda una ceremonia, que se repetía año tras año, no sólo en mi casa, sino en la de la familia y los vecinos. No he olvidado el horror que me produjo, la única que vez que atisbé como moría el pobre cerdo, nunca más comí una morcilla, menos mal, que se quedó ahí, al jamón y al chorizo no le afectó mi discrepancia.

Cuando se oye gritar al animal, siendo niño, se queda grabado de tal manera que no se olvida, aunque tiene su ventaja, impresiona tanto, que la violencia desaparece de tu vida y te hace fuerte, en los años cincuenta, en muchos casos, la alimentación de la familia dependía de esa “matanza”. A mediados del siglo pasado, éramos muy afortunados los que comíamos jamón, chorizo, etc.

No voy a contar lo que de desagradable tiene, hablaré del ceremonial, ese, del que tan gratos recuerdos tengo.

Conforme se acercaba la fecha, se iba haciendo la lista de las necesidades, era igual que la de años anteriores, pero se repetía siempre, había que comprar ajos, cebollas, sal, tripas secas y las especias, pimentón (dulce y picante), clavo, orégano, pimienta, no recuerdo más, era muy niña, pero me gustaba ir a Madrid a comprarlo, a una tienda que todavía existe en la calle Atocha, y a la que con frecuencia voy por el placer que me produce entrar, su olor, el suelo de madera, el artesonado del techo, todo me recuerda ésa feliz niñez, sigue teniendo el encanto de lo antiguo aunque ya no están colgadas las tiras de tripas, los racimos de pimientos y guindillas, ahora todo está envasado, pero yo lo sigo viendo como entonces, compro azafrán, miel y pimentón de la Vera.

La matanza comenzaba al fijar la fecha, se acordaba el día con el matarife, mi pobre cerdo, siempre tenía un nombre, a mi madre la gustaba “bautizarlos”, según su aspecto, uno se llamó Alfonso porque era alargado y no engordaba mucho, y le recordó a un seminarista que luego se salió de cura, otro Melquiades porque decía que tenía cara de gato (en recuerdo de aquél del sainete, gatito de ése nombre que se levantaba y comía chocolate), pero por regla general se llamaban “Regino”, ya que había en su pueblo un Sr. muy feo y chato que según ella, era lo más parecido a un cerdo, yo no lo conocí. Fijada la fecha comenzaba el alboroto, además de los materiales se preparaban los enseres, una artesa, la caldera, los cuchillos y recuerdo especialmente unos embudos pequeños para embutir los chorizos y unos alfileres enormes para pincharlos.

El día anterior al sacrificio del animal, en el soportal de la portada trasera, se picaba la cebolla, dos sacos como mínimo, no tengo ni idea de cantidades, esto era genial, mi padre decía que si te ponías unos gajos sobre las orejas (como si fueran las patillas de las gafas) y un pequeño casco en la coronilla, no se lloraba, era cierto, mayores y pequeños presentaban ese aspecto tan cómico, esto sólo lo he visto en mi casa, se contaban cuentos y muchas historias. Una vez picada se cocía en una gran caldera de cobre, con un asa grande que recordaba las marmitas de los cuentos de ogros y brujas que se comían a los niños, quemada por fuera brillante por dentro, esperando terminara la cocción, totalmente ahumados seguían con los cuentos, a los niños nos impedían acercarnos a la lumbre, y cuando en un despiste intentabas atizar el fuego, rápidamente te retiraban, decían que te harías pis delante de todos, lo que no entendía a los mayores no les pasaba nada.

Una vez cocida, se echaba en un saco de arpillera, que se ponía encima de una parrilla con una piedra encima.

Y por fin, llega el día, Alfonso, Melquiades, Regino, al que tocara, después de una dieta absoluta el día anterior, iniciaba su paseíllo al Matadero, acompañado por su dueño que llevaba una vara para guiar sus pasos y los niños saltando a su lado, con las carteras de la escuela, sólo nos dejaban llegar a la entrada del matadero, luego camino de clase, los únicos que entraban eran mayores.

Una vez sacrificado, se metía el cerdo entero en agua hirviendo, y se raspaba la piel, en algunas zonas se socarraba. No voy a facilitar más detalles, en el cerdo todo es utilizable, despojado de sus entrañas se colgaba, y no se podía hacer nada, hasta que el veterinario diera su visto bueno.

Esa era una de las cosas que más me gustaba, acompañada de mis amigos iba a por el dictamen sanitario, aquello era maravilloso, siempre estaba en su despacho mirando por un microscopio de latón, por el que no me dejó mirar hasta que fui mayor, con su voz modulada y tranquila decía “dile a tu padre que puede ser consumido, mañana se lo doy por escrito, podéis hacer las morcillas”, y así comenzaba otra fase, se hacían las morcillas que se cocían en el mismo sitio que la cebolla, otra vez el placer de la lumbre y la espera.

Luego se harían los chorizos, se salarían los jamones, etc. etc., y otra cosa muy interesante, cuando se había terminado, a los compromisos y amigos se les llevaba “la cata” (un chorizo, una morcilla y un trozo de tocino), como me tocaba hacer ésa gestión, salía pobre y volvía rica, siempre caía más de una peseta.

Sirva ésta historia como recordatorio a los que lo vivieron y como cuento a los que nunca lo presenciaron. Un amigo mío, con la idea de que sus hijas supieran lo que era, compró una cerdo, lo crió y en la enorme portada de su casa del pueblo lo sacrificó el carnicero, su hija pequeña, cuando lo vio abierto en canal, ya limpio, preguntó ¿dónde están los chorizos?