lunes, 30 de junio de 2014

Malena Teigeiro: Conversaciones con el Juez: Ira - Lujuria - Avaricia




Ira


Muerto de sed llego a casa. Encuentro el vino tinto frío. La cerveza fuera de la nevera. No hay sifón ni gaseosa. ¿Qué voy a beber? A mí que me importa, dice ella. Se me encendió la ira y la ira, que no es buena consejera, me llevó a asesinarla, porque lo que es yo, ¡hasta la quería!



Lujuria


Quiero hacerlo como los de la tele, le dije montándolo a horcajadas en el sofá. Me empujó y me llamó puta. Cuando se quedó dormido lo mandé para el otro mundo. Ahora estoy arrepentida, porque a mi edad y sin dinero, ¡hay tan pocos hombres que me quieran satisfacer!





Avaricia


La encuentro con él. Sin siquiera pensar en el valor de las balas, disparo mi pistola hasta cinco veces. Cuando me considero vengado, vuelvo a casa y me introduzco el cañón en la boca. Pero de pronto pienso, ¿de esta manera tan tonta voy a desperdiciar una bala con el dineral que cuestan?



domingo, 29 de junio de 2014

Pablo Aguilera San Frutos: Pasión por el dibujo I


Pablo tiene dieciséis años. 

Daryl Dixon (The Walking Dead)
Norman Reedus

Cualquier espacio plano le viene bien para plasmar imágenes, valores de luz, sombra y color, por medio del papel como soporte y el lápiz como instrumento, aunque también utiliza el teclado del ordenador junto con una tableta gráfica.


Walter White / Jesse Pinkman (Breaking Bad)
Bryan Cranston / Aaron Paul





Dexter Morgan (Dexter)
Michael C. Hall











Con sus dibujos intenta transmitirnos sin mediar palabras, sus ideas, sus gustos, sus aficiones, su cultura.





Dexter Morgan (Dexter)
Michael C. Hall





Aquí nos brinda una muestra de personajes que han llamado su atención.









Philip "El Gobernador" Blake (The Walking Dead)
David Morrissey




The Walking Dead es una serie de televisión basada en el cómic de Robert Kirkman. 





Rick Grimes (The Walking Dead)
Andrew Lincoln




Breaking Bad es una serie creada y producida por Vince Gilligan.





Macklemore (cantante)




Dexter es otra serie de televisión. Está ambientada en Miami. 

  







Estatua de la Libertad






Me imagino que para muchos este dibujo sea el único que no necesita presentación.












Pablo es muy joven pero tiene las ideas muy claras. 

Desde este Blog le auguramos un futuro en el mundo de la animación.

Mucha suerte y adelante. El futuro es tuyo.





© Pablo Aguilera San Frutos



viernes, 27 de junio de 2014

Ramón L. Fernández y Suárez: Miguel




“Me gustaría echar unos pasos al sendero”, ya que el camino no termina sino cuando uno está acabado. Es el motor quien determina nuestro itinerario y el camino es desbrozable mientras haya energía en la dinamo. ¿Por qué detenernos ante el bosque si aún hay fuerzas para alcanzar el horizonte inabarcable?  Mil focos de luz iluminan nuestra trayectoria imaginada, solo precisamos abocetar los escenarios.


Diez años transcurrieron desde el accidente en aquella curva desgraciada. Más de ciento veinte meses vividos entre hospitales, sanatorios e interminables rehabilitaciones. Tras nueve días de inconsciencia mimada entre sueros y respiración asistida, lágrimas brillando tras cristales y amargas impaciencias, reapareció una mañana la esperanza compartida entre los cuasi deudores de una muerte que parecía inevitable.


-         El paciente ha recobrado la consciencia. Se abre un período de incertidumbres, pero va respondiendo positivamente-, dijo el cirujano dictando,  al parecer, sentencia absolutoria por parte del destino.


En el Hospital de Parapléjicos de Toledo transcurrió el largo, larguísimo, segundo acto de este drama. Allí se concitan de modo cotidiano los múltiples y renovados esfuerzos de la ciencia por acercar a la normalidad diaria a cientos, anualmente a miles, de atribulados seres a quienes es menester re-educar para una nueva vida en la cual la felicidad no parece estar nunca al alcance de la mano.


A los treinta y siete años probablemente la biología parece hallarse en el clímax de nuestro desarrollo. Asimismo la biografía personal suele coincidir con dicho culmen, provocándose una conjunción que suele denominarse madurez humana. Son estas circunstancias no siempre categóricas, más sí porcentualmente aceptables. A esa edad, una fría madrugada de febrero, el hielo hizo volcar el coche conducido por Miguel mientras descendía el puerto de Somosierra. La década por él vivida a posteriori ha sido antes descrita, aunque sin hacer énfasis en sus colores. Tuvo éxito, si de tal puede calificarse el dilatado proceso de su recuperación. La tetraplejia inicial quedó, tras indescriptibles esfuerzos de tesón y voluntad, reducida a incapacidad locomotora permanente. Recuperación de las capacidades físicas, más no así de la salud emocional.  Triste ruptura de pareja que no acierta a remontar la cuesta interminable de resignación y de carencias. Soledad rodeada de mimos y atenciones familiares. Vacío, en fin, desprovisto de alicientes desde una silla de ruedas.


Una tarde de verano, cuando su espalda sudorosa parecía adherida al plástico respaldo de su sillón rodante, harto de su intransferible desesperación y hastiado de sí mismo, decidió Miguel que debía hacer algo para salir de aquel estado o terminaría con su vida. Sus recursos materiales no iban mucho más allá de una pensión por incapacidad mayor y permanente que cada año se quedaba más a la zaga de IPC declarado por las autoridades. Los cortos ahorros con que contaba se vieron reducidos a la mitad tras la separación de su pareja. Ella había pretendido generosamente renunciar a cuanto le correspondía; mas él, en su orgullo lastimado, no aceptó la solución y ella prefirió no insistir para no dar por terminada una larga relación de forma falsamente amigable.


Recordó entonces Miguel que a sus, ya lejanos, veinte años lectura y escritura eran para él opciones que llenaban su tiempo mientras otros pasaban largas tardes sobre las mesas de futbolín en bares y salones de billar. Retomó entonces, de momento, las lecturas y se apuntó a las actividades que en dicho sentido desarrollaba la biblioteca de su barrio.


Al cabo de algún tiempo comenzó a notar como un cierto renacer de su propia estimación. No sin altibajos, su ánimo parecía recomponerse en  un nuevo sentido. Recuperaba el sueño por las noches y el nombre de Julia dejaba de ser una obsesión en sus recuerdos. Sentía, sí, deseos de caricias y de risas compartidas, de complicidades portadoras de ilusión, pero ellos no  aparecían, en su imaginación, vinculados indefectiblemente a quien le “abandonara”.


El contacto con la dramaturgia marcó entonces el ritmo de su afición por la lectura. Shakespeare, Chejov, Truman Capote y el Duque de Rivas configuraron así, de forma inopinada, el contenido de las bolsas laterales de su silla de ruedas. Algunos meses más tarde hacía uso de bolígrafo y teclado no ya para glosar, sino para ensayar también algún dialogo que le dictara su imaginación fuertemente estimulada.


Un día, rompiendo las vallas del pudor, se atrevió a dar lectura de uno de esos textos ante el grupo de compañeros del club de lectores que solía frecuentar y al final, resultó hallarse ante un clamoroso éxito que nunca se esperó. Repetida la experiencia, tomó la decisión entonces de apuntarse a un curso on-line para redacción de historias y libretos ofertado por la Universidad de Alcalá de Henares. Fue ese el inicio de un despegue profesional que hoy, cinco años después, le ha llevado a recoger un premio cinematográfico en la  SEMINCI de Valladolid. ¿Es éste un final feliz a nuestra historia? Solo él podría decirlo. Nosotros nos atrevemos únicamente a registrarlo.





© Ramón L. Fernández y Suárez



                                          

martes, 24 de junio de 2014

Brújulas y Espirales: María Dueñas

Blog literario de Francisco Martínez Bouzas

jueves, 27 de diciembre de 2012


"MISIÓN OLVIDO": HITORIAS QUE ROZAN EL ALMA

Misión Olvido
María Dueñas
Ediciones Temas de Hoy, Madrid, 2012, 511 páginas.

  

   Con su “opera prima”, El tiempo entre costuras, María Dueñas consiguió un milagro editorial que no se recordaba desde Carlos Luis Zafón, al que incluso supera en número de ventas: dos millones de ejemplares en los tres últimos años y traducción de la novela a cerca de treinta idiomas. Su segunda incursión en la narrativa, Misión Olvido, sale a la calle con una tirada igualmente impresionante: trescientos cincuenta mil ejemplares. Sin duda alguna esta profesora universitaria, hoy en excedencia, está redefiniendo el concepto de libro best seller, al que, salvo honrosas excepciones, siempre se les ha catalogado como libros sin identidad, rozando a veces fronteras eróticas o el subgénero de las macronovelas históricas que en absoluto buscan confrontaciones con el lector o con acontecimientos históricos o sociales, y con la única misión de evadir al lector. Y de pronto nos encontramos con obras honestas, escritas con normalidad y sencillez, como las novelas de María Dueñas, que son capaces de desbancar de las listas de los libros más vendidos a engendros pseudo eróticos  como la trilogía Ciencuenta sombras de Grey de E .L. James.
   Vuelve pues María Dueñas y se la juega en este segundo intento, aunque, según ella misma confiesa, Misión Olvido, al menos fue pergeñada  con anterioridad, en el 2005, en un viaje a las misiones franciscanas en la Alta California. Y lo primero que queda claro es que por mucho que la autora repita “esquemas narrativos útiles para exponer temas”, el lector no se va a encontrar con historias reiteradas ni con basura etiquetada como libro. María Dueñas arriesga de nuevo con un personaje femenino, lo cual no quiere decir que la autora sea una novelista que escribe para y sobre mujeres. La protagonista de su novela, Blanca Perea, opta por cambiar de rumbo para huir  de sus demonios domésticos. Para recuperarse de una historia de tres en la que ella acabó sobrando, acepta un trabajo aparentemente poco estimulante en una imaginaria universidad de California: catalogar el legado de un antiguo profesor español, Andrés Fontana, estudioso de las misiones franciscanas en California y fallecido décadas atrás.
   Allí, en California se desarrolla el núcleo más fuerte de la novela, una “narrativa de campus”. En efecto, para la protagonista transcurren sus meses de estancia en EE.UU entre el activismo y la melancolía, hasta que ella misma impone un giro en su trabajo y comprende cuál es el sentido del legado del profesor Fontana: hallar en el legado polvoriento de un muerto las huellas de las misiones españolas en California.
   Pero Misión Olvido va mucho más allá. La novela está estructurada en tres ramas principales en las que se dejan oír dos voces. La primera de ellas, narrada en primera persona es la ya mencionada: la historia de la protagonista en América a pocos meses de finales del siglo pasado. A su lado y con saltos en el tiempo y en el espacio y numerosas elipses y fundidos y relatada por un narrador omnisciente, la trama con los avatares de la historia de Andrés Fontana en la España de la preguerra y la de un alumnos suyo, Daniel Carter, verdadero coprotagonista de la novela, en la España de la posguerra, documentándose para escribir sus tesis doctoral sobre Ramón J. Sender. Es esta quizás la parte de la novela en la que la autora rinde más claramente servidumbre a los tópicos (pensiones castizas, el Madrid de los cincuenta, la vida popular…) y a ardides poco creibles o incluso disparatados para hacer posible la boda del becario americano con la farmacéutica cartagenera española.
   Las tres tramas se entrelazan y cruzan a lo largo de las más de 500 páginas con numerosas elipses, fundidos, pero con un efectivo encaje de sus piezas en la parte final en la que Misión Olvido se convierte en una trepidante novela de intriga.
   Al final se completa el rompecabezas ajustando cada personaje cuentas con sus propios demonios, enfrentándose necesariamente a sus fantasmas. La novela así mismo en esta parte final entra en un “tour de force”, en una búsqueda detectivesca y casi desesperada del documento con el que se quiere paralizar la construcción de un centro comercial en una misión “olvidada”, situada en el campus de la imaginaria universidad de Santa Cecilia.
   Tres vidas en líneas paralelas, con sus dramas, rencillas, celos profesionales, amores, desamores, silencios, luchas contra la adversidad, cobardías, deseos ocultos, que se transforman en historias que  rozan el alma. María Dueñas, en efecto, a través de una larga trama, con distintos planos, variados escenarios y con un estilo narrativo sencillo, ajeno a la afectación, pero envolvente y no carente de bríos cuando la ocasión lo requiere, nos embarca en una de esas historias que tocan las fronteras del alma, historias de sentimientos, pero sin caer en el sentimentalismo ni en la mediocridad evasiva y emocional de empalagosos clichés.

Francisco Martínez Bouzas



María Dueñas

Fragmento

“Una pasión muda, soterrada ante el mundo. Incluso para ella tal vez. Pero viva y real, poderosa. Andrés Fontana y Aurora Carter. El viejo profesor largamente expatriado y la mujer mediterránea que llegó de la mano de su discípulo a aquella tierra que no era de ninguno de ellos. Tan dispares en todo. Tan próximos en su fin.
Y, de pronto, extrañamente, el pulso del ayer se reactivó en mi presente y, en una conexión precipitada, intuí otra nueva luz. Nítida, clara, alumbrando mi propia vida y espejando por un momento la bruma que llevaba meses instalada sobre mí. Al asumir la pasión de Fontana por Aurora, en cierta manera comprendí a Alberto también. A través de ellos entendí algo tan simple, tan original y elemental como que la única causa que le guió para apartarse de mi lado fue la fuerza de un amor sobrevenido que se le cruza en encamino como tal vez se me habría podido cruzar a mi. Un sentimiento que le sobrepasó.”

(María Dueñas, Misión Olvido, páginas 433-434)

sábado, 21 de junio de 2014

Castellfollit de la Roca (Girona)

Castellfollit de la Roca (Girona)
Foto tomada de Wikipedia

 Es uno de los pueblos más pequeños de España. Tiene menos de un kilómetro cuadrado de superficie y unos mil habitantes. Forma parte del Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrocha y al partido jurídico de Olot.
Poblado sobre las columnatas basálticas
Foto tomada de Wikipedia


Se encuentra al borde de un abismo, en la cima de un risco de roca basáltica, de cincuenta metros de altura y tiene casi un kilómetro de longitud. La cantera de basalto de Castellfullit de la Roca es la única cantera activa desde 1929, que existe actualmente en España. Hay documentos del año 1887 que hablan de ella. Es una formación de restos de sedimento volcánico que además, está esculpida por la acción paciente de los ríos Fluviá y Toronell.

Su casco antiguo, de origen medieval, está formado por plazas y calles estrechas y umbrías.
Autorizada su publicación por David Pérez
dplsr.blogspot.com

La iglesia renacentista de Sant Salvador, del siglo XIII, fue destruida durante la Guerra Civil y reconstruida en los años de 1980, al estar recortada en el firmamento en lo alto del riscal, da escalofríos y es una de las más fotografiadas por los turistas. Las vistas desde el campanario son maravillosas.

Es espectacular, el magnífico mirador natural, situado a un extremo del precipicio, desde el cual pueden observarse los valles de los dos ríos.

Hay dos versiones sobre el origen de su nombre. La primera está relacionada con la existencia de un castillo que en el año 1096 se cita como “Kastro Fullit”. En documentos posteriores aparecen los nombres de “Castro follito” y “Castello follito”. La segunda versión hace referencia a la silueta que forma la pared basáltica similar a una gran fortaleza y a las formaciones de basalto que parecen hojas. La traducción al castellano es “Castillo del follaje”. Hace poco se le ha añadido “de la roca” para diferenciar la localidad de otros dos pueblos así llamados.

Debido a su escaso territorio no le es posible crecer a nivel urbano, lo que ha convertido al pueblo en un pequeño paraíso ideal para vivir. Su interés turístico está en auge.

Fue de los primeros pueblos de Cataluña en tener teléfono. En 1904 los alcaldes de los tres municipios de la comarca: Olot, Castellfollit y Begudá, decidieron establecer la comunicación telefónica entre ellos. La red se instaló tres años más tarde y pocos años después el teléfono llegaba al resto de España.

Miles de kilómetros separan el pueblo de Castellfullit de Vietnam y, sin embargo, aquí se puede visitar una exposición sobre la guerra de Vietnam que se considera única en Europa.

viernes, 20 de junio de 2014

Malena Teigeiro: Conversaciones con el Juez: Me llamaba Antonio





         Me acerco a abrazarla. Se queda quieta. Intento darle un beso, pero retira la cara. Me doy cuenta de que continúa con la misma idea. Quiere abandonarme. Me dice otra vez que lo nuestro se ha acabado. Triste, le contesto que no. Dándome un empujón se levanta. Se va al dormitorio. Yo voy detrás de ella. Encima de la cama está la maleta cerrada, a su lado el bolso. Me quedo mirándolo. Es el que yo le regalé. Todavía me quiere, pienso. Ella colgándoselo del hombro dice:

         -Si todavía estoy en esta casa es para dejarte bien claro que me marcho para siempre y que no deseo verte ni volver a saber de ti.

Sonrío porque sé que lo que quiere es que me humille, luego volverá a ser como siempre.

-Ven perdóname y dame un beso, le imploro acercándome mimoso. Me mira con tanto desprecio, que no puedo soportarlo. Humillado saco la navaja que llevo en el bolsillo y se la clavo en el vientre. Cuando la hoja está dentro, la retuerzo una vez, dos. Entra de un modo tan blando que me sorprendo siempre al recordarlo. Le tapo la boca para que no grite y la dejo caer al suelo. Con mi pañuelo, le tapono la herida. Después de un rato se encuentra tranquila, quizá está desmallada. En mis brazos llevo su amado cuerpo hasta el dormitorio. Me turba su perfume. Me estremezco. Sin esfuerzo, la levanto un poco hasta hundir mi rostro en su pecho. Siento arder mi vientre. ¿Cómo es posible que tenga tanto deseo de amarla? La deposito en el suelo. Al poseerla no me rechaza. Todavía me quiere, si no se resistiría. Pero no lo hace, al contrario, oigo que sus quejidos salen a borbotones.

Después la llevo a nuestra cama y le pongo el camisón azulina que tanto me gusta, pero antes cambio el pañuelo de la herida para que no se manche. Desde que la acuesto no vuelve a abrir los ojos. Yo no me separo de ella ni un momento. A veces me pide agua, pero no se la doy, porque sé que eso es malo.  Dicen que se sufre mucho, pero en el tiempo que duró su agonía no lo demostró.  No vuelve a hablar, aunque alguna vez me llama. Pero no sé por qué, señor Juez, me llamaba Antonio.






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Conversaciones con el Juez: Me llamaba Antonio por Malena Teigeiro se distribuye bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.

martes, 17 de junio de 2014

Alejandro Chanes Cardiel: El sueño

                                                  
…. y los sueños, sueños son.
                                                                                            “La vida es sueño”
                                                                                               Calderón de la Barca


El coche avanzaba rebasando el límite marcado en la señal de tráfico. Entró en el pueblo por la calle principal; un perro salió corriendo entre aullidos, revolotearon las gallinas en medio de cacareos y dos mujeres, de negro, se metieron en su casa a tiempo de no ser atropelladas.

            Al final de la plaza, se perfilaba la fuente. Hasta allí llegó el coche y quedó empotrado mientras el pilón vertía el agua, empapando el suelo. Salieron a duras penas los ocupantes,  un hombre y una mujer,  y se abrazaron. La gente que había acudido al oír el estruendo, se arremolinó  y entre el grupo, una mujer, con el pelo recogido en un moño y un vestido a medio abotonar, vociferaba con los brazos en jarras, “¡Desgraciado!, ¿Dónde pescaste a esa puta?”. El aludido se hizo el sordo, ella le arreó un guantazo y empujó a la presunta puta al pilón. Una vieja, de mirada maliciosa,  cuchicheaba al oído a otra comadre: “Es la novia”.  Los espectadores aplaudieron el gesto de la chillona, mientras el agua gorgoteaba en el motor del coche.

            Tras el suceso, la gente iba abandonando la plaza. El compañero de viaje fue uno de los últimos. Miró a la mujer que salía del pilón. Hizo un gesto de impotencia con los brazos abiertos y desapareció al doblar una esquina.

            La mujer, con el pelo pegado a la cara y el vestido chorreando, observaba, desde uno de los escalones, la plaza solitaria. Con la mano se apartó una guedeja y, de nuevo, su vista fue de uno a otro lado de su entorno.

Años atrás había abandonado su pueblo. Le ahogaba la estrechez de sus calles y quiso respirar en horizontes más amplios. A su memoria vino  el recuerdo de la mañana, en la que, al comenzar el sol su andadura, con la maleta a sus pies, detuvo su mirada,  por última vez, sobre las siluetas de los edificios que iban tomando forma. Al fin, con el equipaje en la mano, avanzó despacio hasta dejar las últimas casas, camino de la estación de tren. Más tarde, envuelta en su abrigo, contemplaba, desde la ventanilla del vagón, el discurrir del paisaje. Con el traqueteo quedó adormecida y al despertar, pudo ver, a lo lejos, el contorno de la ciudad de su destino. Ya en el andén, le agobió, en principio, el trasiego de la multitud. Después de instalarse en una pensión céntrica y barata, fue recorriendo las calles con los ojos abiertos a todo lo nuevo. Por la noche, al contemplar los luminosos, le parecía que, con sus guiños, le daban la bienvenida a una nueva existencia. Sin embargo sus previsiones no se cumplieron. Trabajó en los empleos más diversos, pero o eran mal pagados o carecía de la suficiente experiencia; no obstante continuaba su búsqueda para no admitir el fracaso. Y se sucedieron los meses y las estaciones, en su cambio, la  acompañaron en el descenso hasta caer en un bar de copas, como chica de alterne. Allí lo había conocido, le pareció un buen tipo, atento y cariñoso. Sus encuentros fueron cada vez más frecuentes. Él le hizo promesas y ella quiso creerlas, estableciéndose entre los dos una creciente intimidad.

Aquel día el hombre vino muy alegre y, después de unos whiskys,  le pidió que le acompañara a dar una vuelta en el coche que acababa de comprar. Y así fue como salieron de la ciudad por la autopista que, más tarde, abandonaron para tomar una carretera local. El coche recorría los kilómetros en competencia con el pasar de las nubes. Ella sacó una mano por la ventanilla para sentir el golpeteo del viento. Estaba contenta.

Dejaron atrás árboles y prados. Un riachuelo les seguía, contiguo a una de las lindes del camino. Tras dos horas desde su salida, avistaron un conjunto de casas. Ella pudo ver, al entrar, el nombre del pueblo, después la calle principal y la fuente, luego el final de un sueño.