miércoles, 13 de mayo de 2015

Marisa Caballero: Los Mayos

El árbol de mayo
Francisco de Goya y Lucientes



Aquél  fue  un día especial en la escuela. Las mayores decían que Dª. Juanita repartiría los papeles para “Los Mayos”. Yo no entendía nada ¿qué papeles?, ¡Si fueran cuentos o chuches...! Lo comenté y se rieron de mí. ¡Quiero ser mayor! casi grité, no me hacían caso. Tenía cinco años, pronto cumpliría los seis. Mi madre decía que estaba creciendo, sólo ella debía verlo.

Mi maestra dio unas palmadas pidiendo silencio. Uno a uno fue recitando nombres, Pilarín cantará. Loli, Mari, Feli y Sole, harán los coros, Carmen, Luisi, Leli y Ana bailarán. Continuaba la relación, ahora llega el turno de las que recitan los versos, nuevos nombres engrosaban la lista. Yo me aburría, era un rollo, mientras me preguntaba  ¿Cuando daría los dichosos papeles? ¿Tendrían dibujos para pintar? Entonces escuché mi nombre, Margarita, por ser la más pequeña será la primera, recitará “Rauda va la Palomita”.  Me rodearon, hasta las mayores,  envidiaban mi suerte; a todas las habría gustado salir en mi lugar. Yo contenta por el estrellato, pero sin saber de qué hablaban, tímidamente pregunté ¿y los papeles?, Dª Juanita sonrió cariñosamente y me entregó una hoja con algo escrito.

- Este es tu papel. Lo tienes que aprender y recitar.

 Lo miré asombrada,  sabía leer, aprendí antes de ir a la escuela jugando con papá a los cubos con letras, pero no  comprendí nada de lo escrito, sin dibujos, no lo podía pintar. Como me convertí en estrella me explicaron todo.

- Entré en casa gritando, ¡Mamá, Mamá, me han dado un papel!, tengo que recitar un verso para los Mayos. Muy rápido relaté lo que acababa de aprender.

- Son el día 30 de Abril por la noche, muy de noche, a las 12 en la ermita de la Virgen. Primero con bandurrias y acordeones cantarán una canción ¡fíjate mamá! Ya casi me la sé:
Bandurria para "Cantar el Mayo"

Lalará, lalalara, lalalá lalalará “En esta ventana se cría una flor, María se llama la flor de mi amor...ó, ó, or”, luego bailarán como si fuera una jota y después se recitarán los versos, yo soy la primera.

- Mi madre me da un beso, mira el verso y me entrega la merienda; pan y chocolate ¡qué bueno!, me dice que lo debo aprender de memoria y que si lo hago bien me comprará el cabás de cuadros que tanto me gusta.

Ese día estaba muy contenta, lo único que me interesaba era el verso, no me apetecía ni jugar, por lo que pedí a mamá que me ayudara.

Mordía mi pan y chocolate, tragaba rápido y ...


Rauda va la palomita
a su blanco palomar
así yo, Virgen bendita
quiero a tu pecho volar.

No entendía que significaba “Rauda”, pero de tanto repetirlo, me pareció una palabra normal. Cuando llegó papá, ya tenía un considerable embrollo, no sabía si era yo o la paloma quién volaba.

Así fueron transcurriendo los días, mis desayunos, comidas y cenas fueron acompañados por la palomita. El primer cuarteto lo aprendí rápido. El segundo se me hizo muy duro:

En castillos de topacio,
tengan otros su mansión.
Para mí el mejor palacio
es tu hermoso corazón.

El tercero y último, se atascó por completo:

Déjame Virgen María,
vivir para siempre en Ti,
tu corazón, Madre mía,
es un cielo para mí.

Transcurrido un mes de duro aprendizaje, ensayos en la escuela, recitar el dichoso verso que ya casi aborrecía,  a amigos y conocidos, llego el  gran día, a mí lo único que me importaba era  el cabás, el protagonismo había dejado de interesarme.

El sonido acompasado de las bandurrias y el acordeón,  la voz melodiosa de Pilarín y su coro,  el tradicional canto del Mayo. El repique de  castañuelas que ágilmente manejaban las bailarinas estremeció a los espectadores. Se erizan los vellos cuando se vive una tradición.

Y llegó el momento de recitar lo aprendido. Habían construido una elevada tarima. Aún con mi corta estatura, divisaba la totalidad de la ermita, repleta de público. En el primer banco, todas las autoridades, en el segundo o tercero, estaba  mi madre. Me quedé muda. Sólo oí su voz repetir  “Margarita el cabás”, ya no me importaba, me quería ir.




1 comentario:

  1. Marisa, gracias a una editora que tienes en Marieta, y a tus buenas artes para hacer una preciosa crónica, podemos disfrutar tus amigos “universitarios mayores” de relatos tan deliciosos como este último publicado de tu pluma.

    Me lo he pasado bomba, genial; los de nuestra “mayor edad universitaria” sabemos qué son los mayos. Qué bonito Marisa, con tu pasión por los papeles, que te iban a dar un papel, y tan a última hora en el rol de los participantes, que resultó eras la más protagonista. Y eso que tu interés era el “papel para pintar”, aunque tu buena madre supo estimularte con aquel “cabás” de tus sueños. Yo tu hube otro, que para esos somos de edad pareja, y era el plumier que tenía un compañero mío, de dos pisos, lleno de lápices, pinturas, sacapuntas, goma de borrar… Todo un lujo.

    Como siempre, llenas tus relatos de personas, o merecidos personajes que mantienes entre tus recuerdos, y los aderezas de gratitud con la mejor parte de tu corazón. Nadie más que tú misma se puede premiar, como bien haces, con estos relatos que nos tiene emocionados a todos tus lectores.

    Estoy contigo en que no todos los días amanecen igual, y aunque te sientes bajo el quicio de la puerta de tu intelecto, la inspiración no llega ni de lejos. Pero otras veces, estás tan ricamente sentada en tu sillón preferido, y un impulso te pone en pie corriendo hacia el teclado del procesador de textos… y escribes, escribes, y escribes. ¡¡Mecáchis… pero si es que haces una literatura bien atractiva!!

    Enhorabuena una vez más. Felicidades. Muchos abrazos, y adelante reina (bien dicho por J. Mesa)

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