viernes, 3 de julio de 2015

Mª Paz Horcajuelo Torres: Siempre hay algo que nos hace diferentes

Ave del Paraíso. Almería






















Quiero contaros lo que me sucedió hace unos años. Por entonces vivía estresada las veinticuatro horas del día, cosas de la vida,  no me relajaba ni dormida. De pronto un día, conduciendo,  noté que no podía girar la cabeza, el trapecio se quedaba rígido, esto se repitió en varias ocasiones. Hasta que  una mañana del invierno de 1992 me levante con una tortícolis exagerada; la cabeza girada hacia la izquierda, tal como se me quedaba sobre la almohada al dormir,  no podía volverla de frente ni a la derecha. Creí que se me pasaría en unos días, pero no.

Comencé a visitar especialistas, todo lo que me decían me parecía una barbaridad. Según ellos, esto no tenía nada que ver con el estrés. Por entonces estudiaba en la Autónoma un curso de Posgrado, lo tuve que dejar. Andaba siempre con la cabeza girada hacia la izquierda y un poco hacia arriba,  no dejaba de tirar el músculo como si quisiera darse la vuelta. A veces la gente miraba hacía el mismo sitio que  yo, creían que iba así porque algo me llamaba la atención. Cuando me sentaba tenía que sujetarme la cabeza con la mano izquierda, pero se movía. En el metro, había quien se mosqueaba porque creía que estaba llamando su atención, como si quisiera ligar, no deja de tener su gracia. Finalmente un médico chino que me recomendaron en la Secretaria de la Autónoma,  consiguió relajarme con la acupuntura hasta el punto de poder mirar de frente y que el tirón muscular fuera mucho más leve. Después de unas vacaciones volví  a su consulta y el médico chino había desaparecido.  No dejé de ir a trabajar, como si no pasara nada, me ayudó mucho continuar con mis ocupaciones cotidianas. Conducía sujetándome la cabeza como he dicho antes, los doce o quince kilómetros que me separaban del trabajo. Nunca pensé que esto durara siempre.  En mi vida había visto a nadie así. Desde entonces sí, me he fijado en alguna persona que está como yo, incluso peor.  He mantenido contacto con una asociación de personas afectadas, se llama ALDE, y organiza jornadas en diferentes ciudades de España. Se considera una enfermedad rara.  Cuando miréis el David de Miguel Ángel, fijaros en la postura de su cabeza y en cómo se aprecian los músculos del cuello. Es nuestro  símbolo. 
 
David
Miguel Ángel Buonarroti

En la actualidad convivo con mi rareza como una amiga inseparable, a veces ligera, otras pesada. Cuando el cansancio y la tensión aumentan, mi amiga se muestra más activa. Sólo cuando estoy muy concentrada en una actividad, como por ejemplo pintar, se olvida un poco de mí. Sentada en el sofá de mi casa, a veces uno de mis hijos apoya su cabeza en mi hombro,  sin embargo, la leve pero continúa inquietud no cesa.

Siempre hay  algo que nos hace diferentes. 



©Mª Paz Horcajuelo Torres





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