jueves, 13 de agosto de 2015

Marisa Caballero: Nodrizas

Sara esperando a Tobías. Rembrandt. National Gallery (Edimburgo)
Geertje Dircx, la ama de cría amante del pintor


Desde la antigüedad, el cuidado y educación de los hijos se ha atribuido a las mujeres, pero no sólo ha  realizado este papel fundamental en la sociedad. Otros muchos, tanto en el ámbito familiar como fuera de él, engrandecen  su Currículo. Desarrollaron a lo largo de la historia, trabajos fundamentales que no han sido reconocidos. En el propio hogar y fuera de él. Uno de ellos, ha sido el de nodrizas, amas de cría o de leche.

A lo largo del siglo XIX, la burguesía va incrementado su poder económico y social, accede al poder político, que por proximidad de intereses, pasa a formar parte de una clase conservadora que imita comportamientos de la monarquía y la aristocracia.

Esta nueva clase social que de forma tradicional amamantaba a sus hijos y cuidaba sus juegos, comenzó una nueva moda; la de contratar los servicios de un Ama de Leche, al considerar que aumentaba su prestigio social. También la estética influyó, al existir el convencimiento de que: el parir embellece y el criar envejece.

Lo que se presentaba como novedoso, no lo era tanto, ya que existen numerosos textos que demuestran la existencia de las nodrizas: La Biblia en el libro del Éxodo, siglo IX a. C., se sugiere a la hija del Faraón la contratación de una nodriza judía para criar a Moisés; o  en Mesopotamia, en las de Leyes de Ešnunna, escritas en acadio, se establece el pago que debe hacerse a las nodrizas; el Código de Hammurabi también contiene alguna disposición, y una gran cantidad textos que no procede enumerar.

Mujeres de la nobleza  griegas y romanas  recurrían a ellas.  Más reciente en las Partidas de Alfonso X, se detallan  las condiciones que deben reunir  las amas de cría reales: belleza exterior e interior y carácter apacible.

A lo largo de la historia, esta costumbre no siempre se ha considerado favorable, al asegurar  que debilitaba a la madre. Otras que era un buen anticonceptivo, que beneficiaba a las clases humildes al evitar embarazos, limitando su fecundidad a un nacimiento cada dos años. Incluso que si se amamantaba al hijo no podían mantenerse relaciones sexuales por estimar que se corrompía la leche.  Entre unas teorías y otras se creó un sentimiento negativo entre las clases pudientes más elevadas, sobre la conveniencia o no, de ser la madre quién alimentara a sus hijos, que consideraban que era algo propio de clases inferiores económicamente hablando.

Por otro lado, las mujeres que ofrecían este servicio a las familias pudientes,  solucionaban la manutención de su familia durante dos años, tiempo que se consideraba debía durar la lactancia, y la suya propia al estar bien alimentadas y bien remuneradas. Incluso el reconocimiento social si prestaban sus servicios en las casas reales o en la alta nobleza. Convertían a sus hijos en hermanos de leche de los príncipes o herederos nobiliarios y alta burguesía. Al contrario, si no conseguían trabajo en familias pudientes, prestaban sus servicios por un mísero jornal  en las inclusas, sin que en ningún momento consiguieran el respeto y ese reconocimiento, que se hablaba con anterioridad.

La monarquía española contó tradicionalmente con las amas de cría que amamantaban a los infantes y les acompañaban en sus juegos. En principio las buscaron entre las damas de la nobleza, en los alrededores de Madrid, en Castilla la Mancha y en las aldeas burgalesas, debían cumplir ciertos requisitos como: tener fortaleza física, buenos hábitos higiénicos y estar libres de enfermedades. Incluso estaban recogidos en reglamentos.

Con el nacimiento de la primera hija de Fernando VII, luego reina Isabel II, se comienzan a elegir nodrizas cántabras para la lactancia real, convirtiéndose las pasiegas en las más cotizadas para tal menester. Tenía tal importancia la elección, que previo al nacimiento se convocaba una Comisión. Los principales requisitos eran:

- La edad no podía ser inferior a 19, ni superior a 26 años.
- Estar criando el segundo o tercer hijo; es decir que habría tenido otro u otros dos partos.
- Leche: lo máximo, noventa días.
- No haber criado hijos ajenos.
- Estar vacunada.
- Ni ella, ni su marido, ni familiares de ambos, podrán haber padecido enfermedades de la piel.
- Será circunstancia preferente que la ocupación de su marido sea la del cultivo del campo.
- Complexión robusta y buena conducta moral, certificada por el cura del pueblo.

Estableciendo además los análisis que debía efectuarse a la leche para conocer si tenía la calidad suficiente.

La tradición real de contratar nodrizas cántabras,  se ha  mantenido hasta don Juan de Borbón y Battemberg, padre del rey Juan Carlos I.

Existe un museo dedicado a ellas en la localidad pasiega de Valvanuz, término municipal de Selaya. Único en el mundo. En él se pueden ver recuerdos, pinturas, fotografías de estas mujeres, que dedicaron su vida a la lactancia, no solo de la casa real, sino de la alta burguesía de toda España.

Hasta aquí se ha hablado de nodrizas de príncipes y alta burguesía. Las clases humildes no tenían acceso a ellas.

A finales del siglo XIX y principios del XX, la desnutrición y el aumento de población en las ciudades, aumentó la tasa de mortalidad infantil. Un médico francés que atendía en el Hospital de la Caridad a los niños que allí habían nacido y que semanalmente llevaban sus madres para ser examinados y pesados, si carecían de recursos proporcionaba, gratuitamente, la leche artificial necesaria para su cuidado. Otros, por el contrario, dicen que fue en Barcelona donde se inició por el Dr. Vidal este servicio, donde dispensaba de forma gratuita leche esterilizada, harina, verduras y pan a los menores de trece años.

En Madrid fue creada por el Dr. Ulecia, la institución llamada de La Gota de Leche, del Hospital de Niños Pobres, donde se recogía leche de donantes para repartirla entre los más necesitados; recibiendo apoyo económico de los Marqueses de Casa Torre y la reina Mª Cristina de Habsburgo. Lo cierto es que disminuyó la mortalidad infantil. El consultorio estuvo situado en la calle San Bernardo esquina a San Hermenegildo. La idea no solo se extendió por los diferentes distritos de Madrid, Dehesa de la Villa, Palacio, Latina, Chamberí, sino por toda España.

Los biberones han dejado sin trabajo a aquellas nodrizas, que merecen ser recordadas, cientos de mujeres  que con su sacrificio  alimentaron a sus hijos  en la distancia. Recorriendo incluso  grandes extensiones caminando solas en busca de trabajo, apoyadas en la fama que le dieron los poderosos, con la única compañía de un perrito al que amamantaban para mantener la secreción láctea, y la esperanza de ser contratadas por aquellos padres que habían perdido a sus esposas en el parto, o que carecían de leche, o no tenían suficiente o habían tenido gemelos. Estas mujeres  fueron el sustento de su familia. Antepusieron la necesidad a su propia vida.



© Marisa Caballero

http://comeronocomer.es/muy-real/muy-real-lactancia-mercenaria



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