sábado, 31 de enero de 2015

Mª Luisa González: A Denia

…..y entró la luz de septiembre,
viró la cruz de los vientos,
y la mañana de agosto,
nos dejó sobre el alero
el  latido del otoño
que ya incubaban los cerros…..

y que bajaba despacio,
pegándose desde el  pelo
-como la arena mojada-
a la piel de nuestros huesos….

y  ya no sirvió de nada
que subiera el sol al cielo,
tiñendo el mar de turquesa
encalando los veleros……

que, como cada verano
-obedientes e indefensos-
saldremos a las terrazas
a  encarar como valientes
la nostalgia y los recuerdos,
seguros  que de esta muerte,
también saldremos ilesos
y que el verano que viene,
tampoco dolerán menos
este nudo en la garganta
esta punzada en el pecho….





jueves, 29 de enero de 2015

Ángel Ganivet (Granada, España, 1865 - Riga, Letonia, 1898)

Ángel Ganivet




Fue con Unamuno el primero que en España cultivó el ensayo. Estudio Derecho y Filosofía y Letras en la Universidad de Granada. Se doctoró en Madrid con la tesis La importancia de la lengua sánscrita.

Posteriormente obtuvo una plaza en el cuerpo de archiveros y se dedicó a la carrera diplomática: fue vicecónsul en Amberes y cónsul en Helsinki y Riga. Hombre de gran formación llegó a poseer una de las culturas más sólidas de su tiempo.

Su preocupación por el problema y la decadencia de España ha hecho que se le considere un precursor de la llamada Generación del 98. Sus temas se centran en la reflexión política, estética y moral. En su breve vida dejó obras muy notables, entre las que destacan Granada la Bella (1896), Cartas finlandesas (1897), en las que comenta interesantes aspectos de la cultura escandinava; La conquista del reino Maya por el último conquistador español, Pio Cid (1897), Los trabajos del infatigable creador Pío Cid (1898), relato con un claro trasfondo autobiográfico, e Idearium español (1897), obra fundamental para comprender el pensamiento de la época. Escribió también el drama en verso El escultor de su alma, estrenado un año después de su muerte.

A título póstumo Francisco Navarro Ledesma publicó las cartas que Ganivet le había escrito con el título de Epistolario (1904).

Ninguna realidad le satisfizo. Se entregó al suicidio. A la edad de 32 años se arrojó al río Dvina en Riga (Letonia).



martes, 27 de enero de 2015

Entrevista radiofónica en Onda Verde: 23 de enero de 2015





Mi segunda entrevista por radio
Onda Verde 107.9 FM


Podéis oírme en este enlace:





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Comienza la entrevista en el minuto 24:40 



Espero que disfrutéis con ella tanto como yo he disfrutado.

La doncella de Orleáns: Juana de Arco (Domrémy, 1412 – Rouen, 1431)

 
La doncella de Orleáns: Santa Juana de Arco




Nadie como Juana de Arco desafió de forma tan drástica las tradiciones del mundo de las mujeres campesinas de la Europa del siglo XV. Desobedeció a sus padres e importunó a sus superiores para que la dejaran actuar al margen de los cometidos femeninos tolerados y poder salvar a Francia, sumida entonces en la guerra de los Cien Años.

Su infancia fue como la de cualquier otra joven de su aldea, pero es a los trece años cuando empieza a oír las voces del Arcángel San Miguel, Santa Catalina y Santa Margarita, que le hablan de su misión: levantar el asedio inglés de Orleans, recuperar la lealtad de la ciudad de París y convencer al heredero de la Corona de que, según la profecía de Merlín, Francia sería arruinada por una mujer y recuperada por una Virgen. Su sinceridad consiguió convencer a la élite religiosa y secular, no sin antes haber examinado un grupo de cortesanas su pretendida virginidad.

Con dieciséis años, vestida con ropas de soldado y el pelo cortado, la campesina Juana de Arco consiguió romper el cerco de Orleans participando al menos en otras seis acciones militares sin saber nada de combates ni de guerras. Pero la situación cambió para ella cuando en 1429 el nuevo Rey inauguró un período de inactividad militar que Juana no podía tolerar. Era imprescindible reconquistar París y ella decidió hacerlo al margen de la autoridad real. Ser capturada por el enemigo y verse abandonada por todos los que antes habían confiado en ella fue una misma cosa.

Fue sometida a examen por parte de los doctores de la iglesia de París; aliados muchos de ellos de los ingleses. Fue considerada como un agente del diablo, no de Dios, e intentaron numerosos métodos para intimidarla y que renegara de su propio poder. En lugar de asignarle una mujer para su custodia, como era lo normal, Juana tenía cinco soldados: Jean Baroust, Nicholas Bertin, Julián Floquet, Williams Mouton y William Talbot. Tres de ellos dentro de su celda incluso cuando dormía. Ello suponía un peligro para su virginidad, lo cual podía dar al traste con su profecía. Fue declarada hereje. El castigo adecuado era la hoguera. Se describe así su muerte: La amarraron a un poste, la ataron y la quemaron lentamente, murió rezando mientras miraba un crucifijo.

Juana murió en la mañana del 30 de mayo de 1431 en la plaza del mercado viejo de Rouen, deshaciéndose el verdugo de las cenizas cuidadosamente para que no quedara ningún resto de ella que pudieran venerar los vivos. Fue una pretensión inútil.

La inocencia de Juana fue reconocida en 1456. En 1909 fue beatificada, y declarada santa en 1920. Hoy es la patrona de Francia.  







Fuentes:
Exposición: Mujeres con Historia. Expohistoria 21. Un recorrido por la apasionante vida de veinticinco mujeres.
Wikipedia, la enciclopedia libre.



domingo, 25 de enero de 2015

José Celestino Mutis y Bosio (Cádiz, 1732 – Santa Fe de Bogotá, 1808)

José Celestino Mutis






Sacerdote, geógrafo, médico, botánico, físico, matemático, mineralogista, maestro y astrónomo.

Se trasladó a América en 1760. Fue médico del virrey de Nueva Granada y desde su llegada a Bogotá se consagró al estudio de la flora y otros aspectos de la tierra americana.

Puso en práctica las propiedades curativas de plantas por él estudiadas, especialmente de la quina; consiguió que se crease la “Expedición Botánica” (1783), instituto científico de investigación que dirigió hasta su muerte, donde se elaboró la monumental obra “Flora de la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada”, de la que solo aparecieron tres tomos, por fallecimiento de Mutis y quedaron inéditos un enorme caudal de datos y dibujos que se conservan en el Jardín Botánico de Madrid, más un espléndido herbario y colecciones de pinturas referentes a la fauna.

Gonzalo España, escritor y biógrafo de Mutis le llamó El sabio de la vacuna. Mutis fue ante todo un gran defensor de la inoculación como medida preventiva. Aconsejaba, además, limpiar la ciudad, quemar las basuras, purificar el aire, aislar a los enfermos infestados, fundar poblaciones lejos de lagunas con aguas estancadas, construir los cementerios lejos de las localidades, colocar cal en las sepulturas, sembrar árboles dentro del recinto.

A instancias de un anciano sacerdote de Sopó, durante la gran epidemia de viruela de 1782, investigó el uso de cepas debilitadas de la viruela inoculadas en personas sanas. Hizo el experimento en sí mismo, en algunos de sus alumnos y en treinta y seis niños enfermos del orfanato de San Juan de Dios. Dio resultado y con esta prueba sobrevivieron unas mil personas, pero la epidemia ocasionó muchas muertes. En 1804 la vacuna contra la viruela llegó al Nuevo Reino de Granada.

Según la Organización Mundial de la Salud, la viruela, junto con la peste bovina son las únicas enfermedades que han sido totalmente erradicadas.

Compuso la gramática de algunas lenguas americanas, estudió las variaciones nocturnas del barómetro en las planicies de Bogotá y fundó el Observatorio astronómico de esta ciudad, en 1803. A su lado se formaron naturalistas, geógrafos, pintores, médicos…

Su imagen la tuvimos en los antiguos billetes de dos mil pesetas y en el reverso del billete figuraba la orquídea Mutisia.

También aparece en los billetes de doscientos pesos colombianos emitidos entre 1983 y 1992.

En 1784 fue elegido miembro extranjero de la Real Academia Sueca de Ciencias.

Con gran generosidad puso a disposición de Humboldt sus colecciones y escritos y éste hizo justicia a sus méritos dedicándole dos libros, publicando su retrato al frente de uno de ellos y llamándole ilustre patriarca de los botánicos.

Sostuvo correspondencia con Carlos Linneo a quien facilitó información y croquis y de quien mereció también grandes elogios y que diese su nombre a una planta. Y dijo de él: Su nombre el tiempo no lo borrará jamás.

Sus restos reposan en la Universidad del Rosario en Santa Fé de Bogotá.






viernes, 23 de enero de 2015

Brújulas y Espirales: Ramón L. Fernández y Suárez "Angelica, archangelica y otros relatos"

Blog literario de Francisco Martínez Bouzas

domingo, 28 de diciembre de 2014


RELATOS PENSINSULARES E INSULARES




Angelica archangelica y otros relatos

Ramón L. Fernández  Suárez

Opera prima, Madrid, 2013, 129 páginas.



   A través de una mano amiga, puedo leer esta colectánea de relatos de Ramón L. Fernández  Suárez, profesor jubilado de la Universidad Politécnica de Madrid, tras haber impartido igualmente docencia en la Universidad Politécnica de Mikkeli (Finlandia).

   Angelica archangelica y otros relatos es su debut, no en campo de la escritura -ha publicado varios estudios relacionados con su especialidad académica y profesional-, pero sí en el ámbito de la narrativa ficcional. Un debut para el que el autor reúne doce relatos rotulados con el título de uno de ellos: “Angelica anchangelica”. Presenta Ramón Fernández y Suárez su primer empeño en el terreno narrativo dividido, desde el punto de vista editorial en tres grandes secciones, tomando como criterio, en las dos primeras, la espacialización  de las historias: “Peninsulares”, “Insulares” y “Otros relatos”.

   Si algo, en mi opinión, caracteriza esta primera incursión narrativa del autor en el campo de la ficción de formato breve, es la disparidad de temas, de marcos escénicos, de formatos -al lado de relatos de quince o más  páginas, conviven otros que consumen su carga diegética en una o dos. Y por supuesto, también la calidad. Desde el punto de vista diegético o del significado esencial de los mismos, derivado de las historias narradas, son relatos, reconoce el autor, que recogen vivencias y experiencias de épocas y escenarios disímiles, y muchos de ellos se mecen en un claro transfondo histórico, y también en el presente, en la cotidianeidad complicada en la que se mueven algunos protagonistas y que en ciertos casos (“Memorias del conde Mijail”, por ejemplo) lo que predomina no es la ficción sino “memorias adobadas con un toque de fantasía” (página 112).

   La espacialización de los relatos de la primera parte (“Peninsulares”) tiene que ver con España. Es este país su marco escénico. El primero de ellos, “Angelica archangelica” es un relato de solidariedad con un joven desconocido por parte de una misteriosa mujer, que da comienzo con la preparación de una infusión -el título sugiere que con hierbas del Espíritu Santo, la angelica archagelica-, que le proporciona al joven herido, preso más tarde en las cárceles franquistas y posteriormente exiliado en Francia. “El pan bendito”, el relato que le sigue, es un reflejo de cómo la actual crisis actúa sobre una pareja y sobre su hijo de cortos meses. Una escena familiar y ruptura de una pareja por culpa de la lacra del desempleo en el que se ve sumido el protagonista masculino. Relato doliente provocado por las inclemencias de nuestro tiempo. En “Herodiano” somos testigos, a través de la voz vicaria de una mujer en feliz armonía con su pareja, de las atrocidades de todo tipo incluidos los abusos sexuales, que otra pareja comete con sus propios hijos menores. Un relato que ahuyenta cualquier optimismo, inteligentemente desarrollado a través de la presentación de facetas antagónicas: la felicidad de una pareja y la sevicia de otra. “Kale borroka” es un encuentro con la dura realidad  que se abre ante los ojos de un joven vasco condenado en Francia y que, en prisión se entera un día de que la mujer que le había amado, decide olvidarlo. Finalmente en “Tres episodios musicales” la prosa de de Ramón L. Fernández presenta el mundo de las emociones que un día brotaron de la audición de tres conciertos, recuperados ahora con un poso de nostalgia y como contrapunto, un presente con el veintiséis por ciento de parados.

   En los tres relatos de la sección “Insulares”, la acción se traslada a Cuba. La Isla caribeña sirve como marco referencial de los mismos. Es interesante el subtitulado “Cuba y Merced” por el buen retrato de Cuba cuando ya se sienten los aires independentistas, promovidos por terratenientes criollos y por sus esclavos liberados. Así como la historia de amor entre la devota terrateniente española y su confesor. Por el contrario, en las otras dos historias de la calle Cuba, el autor abandona el mundo ficticio y su discurso se centra en reflejar una visión  de la isla en 1961 con la persecución de los disidentes, y en una relación de agravios achacables al régimen castrista en los primeros tiempos de la revolución. Esta misma visión negativa del régimen político imperante en la Isla antes de la revolución, es el telón de fondo del relato “Los felices 50”, en mi opinión, el más logrado de la colectánea. La prosa de Ramón Fernández  visibiliza de forma  inteligente y sugestiva los prejuicios racistas de una mujer viuda americana que se enamora en Cuba de un hombre casado y con dos hijos -circunstancias que no le importan-, pero sí, en cambio el miedo a una sociedad que le hará el vacío, tras el conocimiento, sobrevenido al enamoramiento, de que el hombre que la estaba haciendo feliz, también en la cama, era descendiente de esclavos negros llevados a la Isla. Por último, en “Memorias del conde de Mijail. Biografía fragmentaria de un libertino tropical”, el lector se “divertirá” con la historia patética de un casanova especialista en reenamorar en vano  a antiguas amantes o amigas.

   De la sección “Otros relatos”, destaco “Indianos y moriscos”, una buena historia de los tiempos de la conquista/colonización en Perú, con trata de esclavos, relaciones sentimentales, infidelidades y abusos cometidos en los cuerpos y en las almas de jóvenes indígenas.

  
Plantación de Angelica archangelica
Una colección interesante de relatos en los que prima la variedad diegética y de marcos escénicos y temporales, como ya se ha indicado. En el debe de algunos de estos relatos figura, en mi personal lectura, un ritmo demasiado lento. El cuento o el relato no admite divagaciones, pinceladas largas, perderse en detalles o descripciones prolijas, porque es fundamentalmente síntesis  y concisión. Por eso mismo considero que algunos de los relatos de Ramón Fernández, más que cuentos, dan la impresión de ser esbozos inconclusos de novelas cortas. Así mismo, algunos desenlaces (“Cuba y Merced”, por ejemplo) se producen de una forma demasiado abrupta. Ganarían enteros con un mayor desarrollo porque en el desenlace está precisamente el clímax. También en mi particular óptica, alguno de estos relatos es abiertamente moralizante. No me refiero a las frecuentes críticas hacia el régimen castrista, sino a esa necesidad de arrepentimiento implícita en la parte final de “Kale borroca”, que sería más efectiva, desde el punto de vista narrativo, transmitida en un tono más sutil. Y en el haber de este debut narrativo, señalo una atractiva ambientación, especialmente en aquellos en los que el tiempo de la historia se sitúa en épocas pretéritas. El estilo de la prosa con la que Ramón Fernández nos acerca a sus historias, es sencillo y preciso, como demanda la misma naturaleza contística, pero, en ciertos momentos, nos impacta con artificios brillantes y muy logrados (“Nostalgia, esa especie de gasa incolora”, página 53). Considero por último muy válidos y eficaces el contrapunteado o la confrontación de facetas o conductas antagónicas que el autor emplea en algunos de los relatos, porque visibilizan de una forma poco menos que plástica la esencia de la trama.



Francisco Martínez Bouzas





Ramón L. Fernández y Suárez

Fragmentos



“-A ver…trae acá ese crío, que si no lo hago ahora, luego me dará pereza.

-Déjale dormir ahora hasta que despierte por su cena. Luego le coges en brazos hasta que se rinda.

-Entonces déjame que te coja yo a ti en brazos y te dé un buen magreo -respondió el marido mientras se acercaba para sobar sus posaderas.

Ella entonces dio un breve respingo, pero, reaccionando, buscó ansiosa con su diestra el paquete genital que le ofrecían. Media hora más tarde, aún en la cama, sintieron cómo Luisito despertaba moviendo sus pequeñas piernas fuera de mantillas y pañales. Esta vez no comenzó a llorar, pero en cambio, al ver asomar los rostros de sus padres, una minúscula sonrisa desdentada les dio la bienvenida.

Paco extrajo al crío de su cuna mientras Mamen ataba a su cintura el cordón de la bata de lana que había rodado al suelo al tumbarse afanosamente en pos de su marido. Fue un momento de tierna felicidad que bien podía compensar otros inconvenientes del presente.”



…..




“Si entre sus amigos alguien descubriese que tenía un amante, posiblemente se encogería de hombros y de seguro pensarían: «Bueno, siendo viuda, no hay derecho a criticarla» Pero si se conociese que dicho amante descendía de remotos esclavos africanos, entonces, seguramente, se le haría un vacío alrededor imposible de superar siendo, como era, una viuda respetable. Si fuera un hombre a quien se le supiese compartiendo lecho con una mujer del mismo origen, entonces todos lo comentarían irónicamente durante las partidas dominicales del country y mirarían displicentes a otro lado. Pero no era éste el caso y ella sabía que no la excusarían.

Pero, ¿y sus propios sentimientos? ¿No pertenecía ella misma a una raza secularmente maltratada y perseguida? ¿No sentía por aquel taxista negro un auténtico entusiasmo que pocos días antes le hiciera abordar el primer avión que le acercase a él? ¿Eran sus sentimientos realmente auténticos o sólo falsas ilusiones incapaces de sostenerse ante el prejuicio? Una vez más no halló respuestas. Quizás tampoco tenía fuerzas para ahondar en un intento por localizar el reducto racional de su intimidad. Debía tomar alguna decisión y así, tres semanas más tarde, compró un billete de ida a New York, desalquiló el apartamento y nunca regresó.”



(Ramón L. Fernández y Suárez, Angélica archangelica y otros relatos, páginas 36, 94)

miércoles, 21 de enero de 2015

Richard Wagner

Richard Wagner





Cambió el rostro de la música.  

Vino al mundo en el número 3 de la calle Brühl, en la judería de Leipzig, Alemania, en 1813. Su nombre completo Wilhem Richard Wagner.

Actor nato se condujo durante toda su vida como si ésta fuera un melodrama. Personaje polémico por su agresiva personalidad, su vida se caracterizó por el exilio político, relaciones amorosas turbulentas, pobreza y repetidas huidas de sus acreedores. Su egolatría e insaciable ambición eran tan grandes como su talento. No reconocía más necesidades que las suyas; todo lo demás era secundario. Se aprovechaba de la hospitalidad de sus amigos, de su dinero y hasta de sus esposas y ello sin sentir jamás el menor remordimiento.

En busca de inspiración recurrió a leyendas primitivas que consideraba como la forma más auténtica de expresión emotiva y leía libros tales como la Mitología alemana de Jacob Grimm. Una vez que encontraba un tema, se trazaba la línea argumental, escribía la narración en verso, le ponía música al piano y por último hacía la orquestación. Wagner es el único de los compositores importantes que ha escrito el libreto de todas sus óperas, que suman catorce y destacan por su textura contrapuntística, riqueza cromática, armonía, orquestación y un elaborado uso de los leitmotivs, que son temas musicales asociados a caracteres específicos o elementos dentro de la trama.

Luis II de Baviera se contaba entre los más fervientes admiradores de Wagner por haber escuchado a la edad de dieciséis años una representación de Tannhäuser. Esa relación entre el rey neurótico y el compositor egocéntrico daría lugar a una de las colaboraciones más fructíferas en la historia del arte.

Organizó un festival dedicado exclusivamente a sus propias obras. En 1871 escogió Bayreuth para su realización e ideó la primera orquesta oculta, a fin de lograr el equilibrio acústico entre voces e instrumentos. Promovió la formación de sociedades wagnerianas.

Murió el 13 de febrero de 1883 de un ataque cardiaco en Venecia, Reino de Italia.

¿Conoce usted alguna de sus obras?

El holandés errante. Se puso en escena el 2 de enero de 1843.

Tannhäuser. Se estrenó el 19 de octubre de 1845.

Lohengrin. Franz Liszt la dirigió en agosto de 1850.

El anillo de los nibelungos. Conjunto de cuatro óperas basadas libremente en figuras y elementos de la mitología germánica.

Tristán e Isolda. Ocupa un lugar especial en la historia de la música. Se estrenó el 10 de junio de 1865, en el Teatro Nacional de Múnich. El director del estreno fue Hans von Bülow, cuya esposa Cósima, hija de Franz Liszt, tuvo una hija llamada Isolde que era hija de Wagner.

Los maestros cantores de Núremberg. El abnegado zapatero-poeta Hans Sachs está considerado como el personaje más amable de Wagner.

Parsifal. Se estrenó en 1882. En una de sus representaciones Wagner entró en el foso de la orquesta durante el tercer acto, tomó la batuta del director Hermann Levi y dirigió la representación hasta su final.





Fuente: Wikipedia, la enciclopedia libre 





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lunes, 19 de enero de 2015

Alberto Granada: Creando sueños


¡Mi casa! es uno de mis cuentos.
Un fragmento inspira al pintor Alberto Granada. 
Así lo ha visto él. 
Así lo ha plasmado. 


"Cada casa la tengo tan dentro de mí que no hago distinciones entre aquéllas que compré, aquélla de alquiler, la pensión en la que estuve un año, la habitación con derecho a cocina en la que pasé unos meses, la cama que compartí por horas durante una semana, la litera en un albergue que utilicé tres días".

Texto: Marieta Alonso Más. 1949. 
Los Palacios. Pinar del Río. Cuba



Alberto Granada. Acrilyc on paper




My paintings. "Through her mouth"series.

Serie "En boca de ella "




"En boca de ella" es un un proyecto que nace en 2014 cuando Alberto Granada decide escuchar atentamente las voces femeninas, aquellas que le han conmovido, inquietado, emocionado... 

Muchas gracias Alberto Granada por leer mis cuentos, por tu trabajo, por tu creatividad, por tu generosidad. Gracias Nuria Sierra por compartir a tan buen amigo. 




Liliana Delucchi: Amistad


 
Cementerio de la Recoleta, Buenos Aires (Argentina)


El camino que lleva al cementerio, bordeado de cardos en esta época del año, sube y baja las ondulaciones del pueblo. Una mujer lo dibuja con pasos lentos, deteniéndose cada tanto. Cuando  llega al muro que circunda una urbanización, se sienta, se mira los pies que, delineados de azul, empiezan a hincharse.

-Aquí antes había un parque, ¿recuerdas?, nos sentábamos bajo esos árboles a tomar helado.

Se pone de pie y reinicia su andar. Las manos aprietan un ramo de lilas, tu flor favorita, y de la espalda le cuelga una mochila rosa con un dibujo de La Sirenita.

Como cada día, se detiene ante la escuela abandonada. Desde que construyeron la otra, en el centro, ésta no es más que escombros con algún que otro dibujo de entonces.


Seis años tenía la mañana que atravesó la reja que  ya no existe, con tanto miedo como sueños.

-         Me llamo Carmen González y es mi primer día de clase –le dijo a una niña que estaba sentada sobre un cajón vacío de frutas, con la mirada en el suelo.

-         Yo, Federica Muro –le contestó al tiempo que la cogía de la mano y entraban juntas al colegio.

Nunca se separaron. Cuando terminaron los estudios, demasiado pronto, pusieron un taller de costura. Les iba bien, llegó la hora de buscar marido y se decidieron por dos hermanos. Así tendremos la misma suegra, aguantarla entre las dos será más fácil. Dos hijos cada una que partieron a buscar mundo.

Carmen fue la primera en enviudar, Juan se fue una tarde de invierno, Manolo era más fuerte y peleó unos años más. Cuando quedaron solas, vendieron la casa de Carmen, que era la más pequeña, y vivieron juntas en la de Federica.

-Aquí estoy, hoy me ha costado un poco más, debe ser el tiempo, parece que hay humedad –dice Carmen mientras quita las lilas del día anterior del florero que está sobre la tumba –cambio el agua y vuelvo.

Suenan sus pasos sobre la gravilla mientras mira hacia derecha e izquierda en busca del cuidador.

-Claro, Pedro ya se debe  haber ido a comer, hoy me he retrasado.
Cuando vuelve, y después de cambiar las flores, saca de la mochila el mantel que lo extiende al lado de donde yace su amiga.

-Hoy me hice una tortilla de patatas, también he traído un tomate que me ha dado Remigia de su huerta, mira cómo huele, y acerca el tomate a la foto que hay en la tumba.

-Ayer la cosa se puso fea para Francisco Javier, resulta que cuando le iba a proponer matrimonio a Andrea Carlota, apareció el padre de ella en la puerta y le dijo con ese tono fuerte que tiene “¿qué pretende usted con mi hija? Y zás, se congeló la imagen y apareció la música. Vamos a ver qué pasa hoy.

Cuando termina de comer, se limpia la boca y recoge el mantel con el que envuelve el plato y el vaso. Saca de la mochila una manta, la estira al lado de la tumba y se acuesta.

-A dormir un ratito, Federica, que como hoy vine tarde, toca menos siesta, porque a las cuatro empieza otra vez Amor Salvaje, a ver si esos dos se casan de una vez. Mañana te cuento.




© Liliana Delucchi




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sábado, 17 de enero de 2015

Cristina Vázquez: El último día

Varadero (Cuba)
                               
        El último día del verano fue un día ominosamente claro.
       Cerca de la playa se estropeó el coche y tuve que volver a pie al apartamento, sujetando las manitas sudadas y estrechas de mis hijos, que dejaban un rastro de arena y quejas.
       No se movía una hoja y el sol desfiguraba las esquinas.
       Se quedaron en el jardín mientras subía a llamar a una grúa. Abrí la puerta  y lo encontré abrazado a la au pair de los niños, una inglesa joven e inquietante, de pelo claro y uñas oscuras. Tenía las piernas largas y mirada oblicua.
       Él deslizaba su mano por la espalda de ella, hasta perderse en la brevedad de sus nalgas. Mi marido de toda la vida, hombre bajo, amable y calvo.       
       Me quedé paralizada, sentí un hachazo en los riñones, la boca seca  y una humedad densa en la entrepierna, como lagrimones oscuros. Subía y bajaba la mano, metiéndola por el bikini mientras ella se sofocaba  con maullidos de gato.
       Di unos pasos hacia atrás, pasos de silencio y cerré la puerta con suavidad.  En el descansillo respiré hondo. Permanecí quieta, recostada en el mármol del suelo. Cuando me calmé, abrí la puerta con estrépito de llaves y portazo.
    Él estaba sentado en el salón con las piernas cruzadas y una expresión despiadadamente familiar.  Se oía un lejano revuelo de pasos por el cuarto de al lado.
       - ¿Pasa algo? Creí que estabas en la playa- su voz sonó cautelosa.
    - Estaba, pero se ha estropeado el coche ¿podías llamar a la grúa?- y sin  esperar respuesta grité: - ¡Evelyn, baja al jardín que están los niños!
       Y noté en el aire el olor dulzón y agrio  de la inglesa, al pasar detrás de mí. Él se concentraba en el teléfono con la mirada baja.
       - En veinte minutos está aquí- dijo, girándose mucho para colgar el teléfono y evitar mis ojos.
       Me senté a horcajadas sobre él, le cogí la cara y le llené su boca con mi lengua.  Noté un sabor salado y desconocido en sus labios.
       - Te quiero.
       - Yo también.


   

© Cristina Vázquez Salinero



jueves, 15 de enero de 2015

Castillo de la Mota (Valladolid)

Castillo de La Mota




Lo encontramos en Medina del Campo.

Sus orígenes se creen muy antiguos. Parece que su arquitecto fue Fernando de Carreño. Se construyó con hormigón apisonado entre revestimientos de ladrillo rojizo característico de la zona. Consta de un primer recinto al que se llega atravesando un foso mediante un puente levadizo defendido por torres cilíndricas; éstas se repiten en los ángulos de este recinto. Dentro está el castillo propiamente dicho, poligonal, del que destaca la robusta torre del homenaje.

Entrada

La villa vieja era conocida como La Mota y debió ser repoblada entre 1070 y 1080. Con los años creció y el recinto quedó convertido en una fortaleza independiente de la villa, lo que dio lugar a que en 1354 Enrique de Trastamara entrase por la fuerza en la villa y se refugiara en la fortaleza.

En 1390 Juan I dona la villa a su hijo el infante Fernando de Antequera, quien fuera futuro rey de Aragón tras el compromiso de Calpe. Se casa con catorce años con Leonor Urraca Sánchez de Castilla, de veinte, llamada la Rica Hembra. Tuvieron siete hijos, los llamados Infantes de Aragón. Entre Juan II de Castilla y los infantes de Aragón hubo tantos rifirrafes que unas veces unos dominaban la villa, otros la fortaleza y al revés.
Torre del Homenaje

Tras la batalla de Olmedo La Mota quedó en manos de Enrique IV de Castilla y entrega su tenencia a Alonso Carrillo, que luego le traiciona y apoya al príncipe Alfonso. Estuvo en manos de unos y de otros y a la muerte del príncipe Alfonso, la princesa Isabel firma un acuerdo con su hermano y recibe la villa de Medina del Campo y la fortaleza. Cambia de opinión Enrique IV, se la quita a Isabel y se la entrega a la princesa Juana. De ella se hace cargo el arzobispo de Sevilla, Alonso Fonseca. En 1475 Isabel y Fernando reclaman La Mota. Entre medias de todos estos manejos políticos se van haciendo obras en la fortaleza. Un escudo de los Reyes Católicos sin la granada, el yugo y las flechas, aparece en 1483 sobre la puerta principal. 


César Borgia

Durante la guerra de las Comunidades la fortaleza fue fiel a la corona y Medina comunera. Luego fue prisión de Estado y entre sus rejas estuvo César Borgia, protagonista de una huida bien sonada.


Escudo 1483


La guerra civil española hizo estragos en este Castillo. Tras un largo proceso de restauración hoy podemos admirar la Torre del Homenaje con 38 metros de altura y 13 de ancho, el Patio de Armas con la portada gótica, la Capilla dedicada a Santa María del Castillo, de estilo románico mudéjar, el vestíbulo con una copia de la carta de Juan de la Cosa.



Castillo de la Mota

Hoy pertenece a la Junta de Castilla y León y en él se celebran congresos, cursos, seminarios, visitas guiadas a la Torre del Homenaje, teatralizadas, didácticas y temáticas.


Declarado Bien de Interés Cultural el ocho de noviembre de mil novecientos cuatro, es reconocido como una de las obras de arquitectura militar más importante del Renacimiento europeo.



Patio de Armas
Portada en el Patio de Armas








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