viernes, 27 de mayo de 2016

Las Abejas

Abeja doméstica


Anoche cuando dormía
soñé ¡bendita ilusión!
que una colmena tenía
dentro de mi corazón;
y las doradas abejas
iban fabricando en él,
con las amarguras viejas,
blanca cera y dulce miel.

Fragmento del poema
“Anoche cuando dormía”.
Antonio Machado Ruiz  


Del latín apiculam.  Es el único insecto que produce alimentos consumidos por el hombre. La especie común es Apis mellifica, que comprende diversas variedades, de las que la más conocida en España es la abeja negra, un insecto de color pardo oscuro. Se dice que al igual que las hormigas, evolucionaron a partir de avispas. Se estima que mil cien picaduras de abejas serían fatal para cualquier ser humano.  

Una colonia de abejas comprende  tres tipos distintos de individuos:

Anatomía de una abeja 

Las obreras.
Son las que normalmente vemos, no están desarrolladas sexualmente y suelen medir un centímetro y medio. Constituyen la mayoría de una colonia, entre diez mil a sesenta mil. Tienen diversas funciones entre las que destacan la construcción de la colmena, la nutrición de las recién nacidas y el aprovisionamiento de miel, polen y agua.  Cuando una obrera ha detectado una fuente de alimento regresa a la colmena para efectuar una “danza” que constituye una especie de lenguaje, descifrado por Karl R. von Frisch,  destinado a alertar a las demás libadoras e indicarles con precisión la dirección y la distancia del botín.  Su sentido del olfato es similar al de los humanos, pero el sentido del gusto es diferente y utilizan el sol como compás para orientarse. A este etólogo austriaco se le otorgó el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1973, junto a Konrad Lorenz y Nikolaas Tinbergen. Las abejas pueden ver todos los colores excepto el rojo. En plena estación de trabajo, una abeja obrera vive de cuatro a seis meses, mientras que en período invernal la vida de la obrera es de cinco a siete meses. Baten sus alas unas once mil cuatrocientas veces por minuto, de ahí su zumbido característico. El cuerpo comprende cabeza, tórax y abdomen. Tienen seis patas, dos ojos, dos alas, una bolsa de néctar y un estómago. El tórax está formado por tres anillos, de la parte ventral de cada uno de ellos, salen un par de patas con función locomotriz; cada par posee además otras funciones: el tercer par de patas de la abeja obrera tiene una cestilla que sirven para transportar los granos de polen.  Posee más de cuatro pares de glándulas para la cera. El abdomen, que carece de apéndices, está segmentado en anillos visibles, seis en la hembra y siete en el macho. Las hembras poseen en el último anillo un aguijón portador de veneno.  El aguijón de la abeja común obrera, al clavarse, queda fijado en la herida que causa y el insecto mutilado muere.

La reina.
Única en la colonia, es una hembra fecunda, con un abdomen muy largo y su trabajo es sencillo: pone los huevos de la nueva generación de abejas. Suele medir dos centímetros. Sus órganos bucales están atrofiados, ya que no liba el néctar de las flores. La reina unos días después de su nacimiento; sale de la colmena, es el vuelo nupcial; perseguida por numerosos machos; de los que solo uno podrá llegar a fecundarla. Una vez fecundada en pleno vuelo, vuelve a la colmena y empieza a poner huevos en las celdillas de cera, puede poner hasta doscientos mil huevos en un año.  La puesta durará toda su vida, de tres a cuatro años aproximadamente, con periodos de reposo en invierno y de gran intensidad en primavera. También pone orden en el trabajo de la colmena desarrollando productos químicos que guían el comportamiento de las demás. Si muere, las obreras crean una nueva abeja reina alimentando a una de las obreras con una dieta especial: la jalea real.

Los machos o zánganos.
Se desarrollan a partir de huevos no fertilizados y por tanto son haploides con un solo juego de cromosomas. Rechonchos y peludos tienen una vida relativamente breve; viven únicamente en la estación cálida y en número limitado, que oscila entre algunos centenares y algunos miles. No tienen aguijón. Su único trabajo es aparearse con la reina.

El ecosistema.
Las abejas además de productoras de miel, son indispensables para la polinización de las flores y las plantas. Constituyen un elemento muy importante en la cadena interactiva de los ecosistemas.  Su papel es muy importante en los diversos ciclos de la vida de diversas especies.  Sin abejas no hay miel, pero sobre todo no hay reproducción; desaparecerían determinadas especies vegetales, con lo que desaparecerían algunas especies animales. “Si la abeja llegara a desaparecer, el hombre desaparecería en pocos años”, profetizaba Einstein.  Investigadores de todo el mundo analizan los motivos de la disminución mundial de las colonias de abejas en las últimas décadas; el cambio climático, la contaminación, los pesticidas.  Las abejas contribuyen en gran medida al equilibrio ecológico, y son parte de la cadena alimentaria, en la cual es esencial la armonía entre todos los elementos. Debemos recordar la importancia de la biodiversidad; es decir, la variedad de especies animales y vegetales y su protección, para mantener la sostenibilidad del planeta.

Colmena tradicional




        


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