lunes, 19 de febrero de 2018

Luis Miguel García de Mora: Poesías de mi padre

Éxtasis de Santa Teresa.
Escultura de Gian Lorenzo Bernini

Teresa y Malagón

Oh, Teresa, valiente y abnegada,
hecha de nardo y piedra barroqueña
¿Qué viste en Malagón para quedarte
y alzar aquí tu fundación ingente,
de los mejores de las treintitantas
como tu afán divino te exigiera?
Malagón era, así, pueblo signado…,
y al margen de las causas que impulsaron,
tu venida al azar de nuestra tierra,
algo hallarías en Malagón que obrara
la magia azul de tu parada y fonda
y poner manos a tu plan aína.
Fuera de doña Luisa y el respeto
que los Medinaceli merecieran,
estaba el núcleo llano y generoso,
digno de unirse a él en cuerpo y alma.

Y el Malagón de la vejez remota,
del futuro animoso y prometiente,
del campo ameno y la cosecha fácil,
de las lomas amables y jocundas,
de los valles cromáticos y alegres,
de la atmósfera diáfana y salubre,
del clima bonancible y querencioso,
de las gentes colmas de virtudes
-a la buena de Dios, como se dice-
el Malagón del siglo dieciséis,
nuncio y promesa de los que siguieran,
tu monasterio teresiano
por arte y gracia de su propio aliento,
por gala y gloria de sus propios dones.

Teresa de Jesús fuese la chispa
que prendió para izar el gran cenobio;
mas Malagón -y cuanto en él había-
ofreció su entidad para el proyecto.
A medias ambas partes, surgió, ¡Hermoso!,
este palomarcico que embelesa
a todos cuantos son o cuantos llegan
a la villa manchega en todo tiempo.
Sin Teresa no hubiera aquí una casa;
sin Malagón… no hubiera una Teresa
cultivando la flor de su Carmelo,
anhelosa en tener nidos a punto
para tantas palomas que arribaran,
malagoneras y de muchos lares…

Consta que fueron dieciocho aquellas
primeras avecillas que posaron
en los alveolos que Teresa abriera
y que santaron las raíces a otras,
y a otras después, y siempre, siempre, siempre…,
las que en los siglos vayan acudiendo.
Por donde si se cuenta de la monja
de que fundó un convento en este pago,
que fue el tercero y de los más excelsos,
pues irradió su celo al Nuevo Mundo,
dígase igual que aquí encontró la Santa
suelo abonado para toda empresa:
un semillero y lo que falta hiciere,
que siendo del Señor era perfecto.

De Malagón, Teresa es la Patrona
y es la hija, también, y madre amada,
en tanto es Malagón las mismas cosas
de la noble abulense que aquí plugo
lanzar las redes de su amor inmenso
a través de un convento incomparable,
que es más bien un hosanna permanente
por el encuentro de la monja y pueblo…
Teresa y Malagón, cimas semejas,
motivos pariguales a un destino
común de fe, de lucha y esperanza
hacía aquello que escapa de la vida
por el camino de la vida eterna,
unidas van al aire de la historia.





© Miguel García de Mora. 


Miguel García de Mora Gallego, «El narrador de La Mancha» nació en Manzanares en 1916 y murió en La Solana en 2013. Llega a este Blog de la mano de su hijo Luis Miguel que lo define como un hombre sencillo y un periodista incansable. Para su hija Gloria, su padre, fue un manchego de pro, de franqueza campechana y corazón abierto, que se sintió Quijote y Sancho en extraña confusión. 


Convento de San José

El convento de Carmelitas Descalzas de San José del Salvador de Malagón, fue fundado por Santa Teresa de Jesús el 11 de abril de 1568. Su arquitecto fue Nicolás de Vergara el Mozo.


Lo más importante de la iglesia es el Retablo Mayor, de estilo barroco toledano, obra de Germán López Mejías, de Toledo. Está considerado uno de los retablos más bellos del siglo XVIII.

Convento de San José
(Malagón)


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