jueves, 7 de diciembre de 2017

Mª Isabel Martínez Cemillán: Establecimientos centenarios VII: Las cererías

  
Real Fábrica de la Cera
Madrid



En el viejo Madrid los artesanos solían establecerse juntos en calles sin rotulación, pero que acabaron tomando el nombre de los gremios en ellas establecidos y que aún conservan. Así: Bordadores, Esparteros, Latoneros…

A la historia de estos comercios madrileños no se les ha dado la importancia que merecen y son muchos los documentos del siglo XVIII que se han perdido sobre los comerciantes particulares, hasta que en 1846 aparecieron los datos catastrales, apenas se sabe nada de la historia de nuestro floreciente comercio.

Afortunadamente, aún quedan establecimientos antiguos, ya hemos comentado alguno, y hoy lo hacemos sobre el importante gremio de Candeleros y Cereros.

¿Sabían ustedes que en 1788 el rey Carlos III mandó construir la Real Fábrica de la Cera para fabricar las miles de velas que se utilizaban en los Reales Sitios? Solamente para el Palacio Real de Madrid, está documentado, el uso diario de más de treinta mil velas, y aún en la calle de la  Palma, nº 10, podemos contemplar la hermosa fachada de esta fábrica que funcionó hasta el siglo  XIX.

En Madrid era costumbre que se abrieran cererías cerca da las iglesias y, casi siempre, con su nombre, así sucedió con la Cerería de Santa Cruz, la más antigua de Madrid y la tercera del mundo, la preceden Raihnbourn Candles, de Dublín (1488), y Cire Trudon, de Paris (1643).

La nuestra está fechada en 1886, pero posteriores indagaciones han demostrado que fue en el siglo XVII, cuando se estableció en la calle de Atocha, nº 5, frente a la iglesia de Santa Cruz.

Un establecimiento familiar y tradicional, donde hasta hace poco se hacía en la misma tienda la artesanal fabricación, tan interesante  que me atrevo a contarla: «La cera, un 60% de abeja, estaba depositada en la “paila”, una vasija redonda, poco profunda, de donde se saca para introducirla en el “noque”, especie de artesa, que se pone al baño María hasta hacerla líquida, el pábilo o mecha, en terrajas, se introducen en el “noque”, y después, se cuelga en el “arillo”, un aro metálico con ganchos, endurecida, se sigue metiendo una y otra vez para “engordarlas” hasta lograr el tamaño deseado. Laborioso, ¿verdad?

Otra cerería artesanal y antigua, 1893, es la Cerería Ortega, calle Toledo, 43; cercana a la Colegiata de San Isidro, auténtico museo de tradicionales instrumentos aún en uso, cuarta generación de fabricantes, que no sólo fabrican velas sino también exvotos, hoy casi desaparecidos pero antaño muy utilizados como muestra de fervor agradecido.

Y muy conocida y popular hoy día, pegada al Oratorio del Niño del Remedio, la cerería del mismo nombre, 1887, que no fabrican las velas, pero si las ornamentan con gran variación.

Y son muchos los feligreses que los días 13 de cada mes, llenan la tienda comprando velas para ofrendarlas al Santo Niño.
Hermosa y fervorosa tradición.




© Isabel Martínez Cemillán

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