sábado, 17 de enero de 2015

Cristina Vázquez: El último día

Varadero (Cuba)
                               
        El último día del verano fue un día ominosamente claro.
       Cerca de la playa se estropeó el coche y tuve que volver a pie al apartamento, sujetando las manitas sudadas y estrechas de mis hijos, que dejaban un rastro de arena y quejas.
       No se movía una hoja y el sol desfiguraba las esquinas.
       Se quedaron en el jardín mientras subía a llamar a una grúa. Abrí la puerta  y lo encontré abrazado a la au pair de los niños, una inglesa joven e inquietante, de pelo claro y uñas oscuras. Tenía las piernas largas y mirada oblicua.
       Él deslizaba su mano por la espalda de ella, hasta perderse en la brevedad de sus nalgas. Mi marido de toda la vida, hombre bajo, amable y calvo.       
       Me quedé paralizada, sentí un hachazo en los riñones, la boca seca  y una humedad densa en la entrepierna, como lagrimones oscuros. Subía y bajaba la mano, metiéndola por el bikini mientras ella se sofocaba  con maullidos de gato.
       Di unos pasos hacia atrás, pasos de silencio y cerré la puerta con suavidad.  En el descansillo respiré hondo. Permanecí quieta, recostada en el mármol del suelo. Cuando me calmé, abrí la puerta con estrépito de llaves y portazo.
    Él estaba sentado en el salón con las piernas cruzadas y una expresión despiadadamente familiar.  Se oía un lejano revuelo de pasos por el cuarto de al lado.
       - ¿Pasa algo? Creí que estabas en la playa- su voz sonó cautelosa.
    - Estaba, pero se ha estropeado el coche ¿podías llamar a la grúa?- y sin  esperar respuesta grité: - ¡Evelyn, baja al jardín que están los niños!
       Y noté en el aire el olor dulzón y agrio  de la inglesa, al pasar detrás de mí. Él se concentraba en el teléfono con la mirada baja.
       - En veinte minutos está aquí- dijo, girándose mucho para colgar el teléfono y evitar mis ojos.
       Me senté a horcajadas sobre él, le cogí la cara y le llené su boca con mi lengua.  Noté un sabor salado y desconocido en sus labios.
       - Te quiero.
       - Yo también.


   

© Cristina Vázquez Salinero



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